Columna sobre Política y Relaciones Internacionales. 1° de Abril de 2024

Repensar la diplomacia de China en el siglo XXI

Por María del Pilar Ostos Cetina

 

Repensar la diplomacia de la República Popular de China en los tiempos presentes, nos remite a ese pasado en el que la Gran Flota del Tesoro (1421) circunnavegó las aguas del Indo-Pacífico, estableciendo un comercio florecido, prospero para el intercambio de alimentos, incluso de adelantos médicos, científicos y tecnológicos de la época, que eran trasladados de un destino a otro, mediante las gestiones de los navegantes-diplomáticos, quienes fungían como representantes máximos de los intereses políticos del Imperio del Medio en el mundo conocido de aquel entonces.
Así, y con el paso del tiempo, la tradición diplomática de China coincidió con la imagen de un abanico que, al estar cerrado, representa su cohesión y unidad interna, pero también su criterio de amurallamiento, el cual se transforma ante la decisión de abrir o expandir el abanico, similar y coincidente con lo que representa su apertura al mundo a través del despliegue de “rutas de la seda” terrestres, marítimas, digitales, incluyendo “la ruta de la seda de la salud”, cuya relevancia se dio en años recientes, tras el inicio de la pandemia del COVID-19.
Precisamente, el contexto reciente de la expansión pandémica del COVID-19, reforzó los cánones del ejercicio diplomático de China, al llevar a la práctica un estilo particular que se etiquetó con el apelativo de “diplomacia de las mascarillas”, que permitió a China afianzar su presencia global, asistiendo a numerosos países con insumos médicos (mascarillas, vacunas, ventiladores, químicos, etc.) para atender la contingencia pandémica, en algunos casos mediante donaciones y ayudas enmarcadas en un gesto de “buena voluntad” con los países receptores; mientras que en otros casos, se trató básicamente de la adopción de un modelo de negocios en el rubro del mercado de la salud, que sin duda alguna, convierten al gigante asiático en un nuevo contendiente dentro del competido terreno de la producción farmacéutica a escala global.
Paralelo a este tipo de activismo diplomático de China, se presenta otra coyuntura en la que rivalizan también las principales potencias del momento, se trata de las disputas entre la Federación Rusa y Ucrania, hecho que se convierte en un caldo de cultivo para repensar, una vez más, los alcances y límites de la praxis diplomática que orienta y dirige el presidente Xi Jinping, decidido a emprender un ”gran salto” en los asuntos de política exterior, que entre sus imperativos, se encuentra exigir a sus funcionarios diplomáticos, “más espíritu de lucha” a la hora de defender los intereses del país en los distintos escenarios internacionales.  Lo anterior implica, desde la visión del actual mandatario chino, mayor involucramiento del personal diplomático en los asuntos de política interna en cada uno de los países designados. Este involucramiento en los asuntos internos de cada país, favorece la participación mediática de los funcionarios chinos en distintos medios, incluyendo la difusión en medios de comunicación y redes sociales, lo que plantea un nuevo viraje en el esquema comunicacional, el cual irrumpe como punto de inflexión con el modelo tradicional, caracterizado por su bajo perfil y su estilo reservado para emitir, abiertamente, opiniones de carácter público.
En tal sentido, estos cambios que se observan en la praxis diplomática del gigante asiático, se perciben como una  «acción dual» en sus gestiones políticas, que se observa, por ejemplo, en medio de las tensiones que mantiene enfrentados a la Federación Rusa y Ucrania.
Este manejo dual que establece China entre ambos, Rusia y Ucrania, se explica a partir de que China se convierte en un defensor de los intereses, por un lado, del gobierno que encabeza Vladimir Putin, al votar a favor de Rusia y de abstenerse para votar en su contra, en el seno de las negociaciones de las Asamblea General de las Naciones Unidas.  Asimismo, el gobierno chino le apuesta a convertirse en el «administrador» de los recursos estratégicos de Rusia, concretamente del gas y del petróleo, siendo esta una manera pragmática en la que el bloque sino-ruso, le hace frente a las sanciones económicas que le fueron impuestas por parte de un grupo de países occidentales.
Entre tanto, el vínculo entre China y Ucrania, sigue vigente a pesar del ambiente de tensión con Rusia por parte de este último. En este caso, las inversiones onerosas que ha realizado China, en el sector agrícola en Ucrania, adquiriendo tierras cultivables desde el 2013, en las que regiones como el Dnipró, se destinaron como granjas para la producción de cereales y ganadería, lo que compaginó con las inversiones realizadas en las construcción de autopistas para conectar el Dnipró con los puntos de embarque en las inmediaciones del mar Negro, esto último como parte de la ampliación de la ruta de la seda terrestre y marítima en pleno corazón de Eurasia.
Por tanto, los “intereses duales” de China en medio de las tensiones ruso-ucranianas, dieron lugar a que el gigante asiático promoviera un diálogo entre las partes en el 2023, el cual derivó en un “plan de paz”, cuyo contenido abarca 12 puntos, como se mencionan a continuación: 1) respeto a la soberanía, 2) Abandonar la mentalidad de  Guerra Fría, 3) Cese al fuego de ambas parte, 4) Reanudación de conversaciones de paz, 5) Resolver la crisis humanitaria, 6) Protección de civiles y prisioneros de guerra, 7) Mantener seguras las centrales hidroeléctricas, 8) No usar armas nucleares, 9) Facilitar las exportaciones de cereales, 10) Detener las sanciones unilaterales, 11) Estabilidad en las cadenas de suministros, 12) Promoción de la reconstrucción del conflicto.
A partir de este Plan de Paz, el activismo diplomático de China continua, estableciendo acercamientos con representantes de potencias como Estados Unidos y varios miembros de la Unión Europea, entre otros, con el propósito de generar un ambiente favorable al “cese de hostilidades”, pero también, evitando que el conflicto ruso-ucraniano pueda escalar a una guerra nuclear. De la misma manera, se espera que estas acciones diplomáticas que lidera China en la actualidad, permitan la estabilidad en el suministro mundial de alimentos y brinde las garantías suficientes para su distribución, empleando las rutas del transporte internacional, lo que propicia una mayor cooperación a partir de las acciones coordinadas que, en este sentido, promueve la “nueva” diplomacia China en estos tiempos.

 

Maria del Pilar Ostos Cetina es Investigadora y catedrática en el Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México (ININVESTAM), perteneciente al Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) de México. Doctora en Ciencia Política con estudios posdoctorales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es integrante de REDCAEM.