Columna sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1° de Febrero de 2025

Política Industrial Verde: Apuesta de China por el Liderazgo Global y Retos para América Latina

Por Andrea Freites
China ha intensificado su apuesta por una política industrial verde, con un enfoque particular en tecnologías avanzadas y sostenibles. Esta estrategia responde tanto a factores internos como internacionales, con el objetivo de consolidarse como líder en la transición energética global y en la economía del futuro. No se trata únicamente de una modernización económica que impulse la creación de empleos de alta calidad y reduzca la dependencia de sectores industriales tradicionales, sino también de posicionar a China como un actor central en la gobernanza energética mundial y en la competencia geopolítica.
En la dimensión interna, China enfrenta desafíos económicos urgentes. El envejecimiento de su población y la desaceleración de su crecimiento limitan la sostenibilidad de los modelos industriales tradicionales. Mediante la adopción de una política industrial verde, Beijing no solo busca revitalizar su economía, sino también garantizar su seguridad energética. La dependencia de sectores como el carbón ha expuesto al país a la volatilidad de los mercados globales y a las crecientes presiones medioambientales. La transición hacia una industria más verde, centrada en las energías renovables y la tecnología avanzada, tiene como objetivo mitigar estas vulnerabilidades. Sin embargo, la estrategia de China trasciende las fronteras nacionales, proyectándose hacia una competencia global. En un contexto en el que la transición energética se ha convertido en un nuevo campo de rivalidad geopolítica, liderar sectores clave como la energía eólica, la fotovoltaica y la producción de baterías de litio otorga a China una ventaja estratégica. Los líderes chinos, encabezados por Xi Jinping, han delineado una visión de transformación energética que no solo responde a intereses internos, sino que también busca consolidar la posición del país en el nuevo orden económico y tecnológico mundial.
A nivel internacional, esta estrategia tiene importantes repercusiones, particularmente en América Latina, donde el papel de China como inversor en la industria extractiva de recursos naturales estratégicos, como el litio, ha adquirido relevancia. Este fenómeno también ha generado tensiones en torno a la sostenibilidad y las regulaciones ambientales, ya que la creciente demanda de recursos para la industria verde china se enfrenta a los desafíos de gobernanza ambiental en la región. Uno de los mayores obstáculos es la dependencia de materias primas: países como Chile y Perú se han convertido en proveedores esenciales de recursos, como el litio y el cobre, fundamentales para las tecnologías limpias promovidas por China. Sin embargo, esta relación también limita la capacidad de los países latinoamericanos para desarrollar sus propias industrias y agregar valor a sus recursos naturales. La exportación de estos materiales, sin un fortalecimiento paralelo de las industrias locales, podría condenar a América Latina a una posición subordinada dentro de las cadenas de valor globales de la industria verde.
Además, la competencia directa con los productos chinos representa un reto para las empresas latinoamericanas, que difícilmente pueden igualar la escala y la inversión en investigación y desarrollo de sus contrapartes chinas. Este fenómeno es particularmente relevante en el caso de México. A esto se añade la creciente inversión china en energías renovables en la región, que, aunque bienvenida, plantea el riesgo de que sectores estratégicos queden dominados por empresas extranjeras. Esto podría traducirse en una pérdida de control sobre los recursos y las capacidades decisionales en áreas cruciales para el desarrollo sostenible de América Latina.
Otro aspecto relevante es la capacidad limitada de los países latinoamericanos para gestionar los impactos ambientales y sociales derivados de estas inversiones. La explotación de recursos naturales como el litio y el cobre acarrea desafíos medioambientales significativos que requieren una aplicación eficaz de las normativas para evitar conflictos con las comunidades locales y proteger los ecosistemas. Finalmente, la brecha tecnológica y la limitada transferencia de tecnología en las inversiones chinas dificultan que América Latina pueda desarrollar capacidades propias en la industria verde. Si bien la cooperación y la inversión extranjera son esenciales para impulsar la transición energética en la región, es fundamental que estos acuerdos incluyan compromisos de transferencia tecnológica para fortalecer la industria local.
En conclusión, la política industrial verde de China representa una oportunidad sin precedentes para la modernización económica y el liderazgo global en tecnologías limpias, pero también plantea retos estratégicos significativos para América Latina. Para aprovechar esta coyuntura, los países latinoamericanos deben diversificar sus economías, mejorar sus capacidades en la aplicación de normas y regulaciones, y fomentar la innovación local. Solo a través de alianzas estratégicas y el fortalecimiento de la capacidad tecnológica será posible enfrentar los desafíos que plantea la competencia con la industria verde china y maximizar los beneficios de la transición energética global.
Andrea Freites es Candidata a Doctora en  Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Integrante de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM).