Columna sobre Política y Relaciones Internacionales. 1° de septiembre de 2022

La nueva “ola rosa” en América Latina y el desafío de las relaciones con China

Por Leandro M. Bona

La primera “ola rosa” en Sudamérica

Las recientes elecciones en Colombia ratificaron una tendencia que se viene manifestando en América Latina desde 2018: el retorno o la llegada al poder de gobiernos progresistas. La primera “ola rosa” se había producido desde fines de la década de los noventa en el siglo pasado, cuando la victoria de Hugo Chávez en Venezuela inició un ciclo que se completaría con los triunfos de fuerzas del mismo signo en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Uruguay y Paraguay. Esa ola alcanzó un auge hacia principios de la segunda década del siglo XXI, cuando el crecimiento económico y la redistribución del ingreso arrojaban saldos positivos, empujados por una mejora en los términos de intercambio. En ese período, la sintonía ideológica había permitido la construcción o relanzamiento de espacios de integración comercial (MERCOSUR, Petro Caribe) y coordinación política (ALBA, UNSAR, CELAC, Parlasur), aunque las más audaces iniciativas (Banco del Sur, Tren del Sur, moneda regional) no pasaron de su condición de proyectos.

Desde el año 2015, el ciclo comenzó a debilitarse al calor de la reversión de los términos de intercambio y el estancamiento/ralentización en el crecimiento de la economía mundial. Gobiernos conservadores recuperaron posiciones en la región y descartaron las estrategias de integración, prefiriendo la tradicional alianza con Estados Unidos. El Grupo de Lima, que alineaba a los gobiernos conservadores, centró sus ataques sobre Venezuela, sumergida en una crisis económica, social y política desde el 2014.

A pesar de este cambio político, las dificultades económicas que América Latina enfrenta desde mediados de la década pasada, están lejos de superarse. Las tendencias a la concentración del ingreso y el aumento de la pobreza, que se habían revertido durante la “ola rosa”, regresaron potenciadas por los efectos de la pandemia del COVID-19 y la guerra en Ucrania.

Una “segunda ola rosa”, bajo el signo de la moderación

Desde el 2018, con la victoria de Andrés López Obrador en México, ha emergido una “nueva ola rosa”, que se completa con la llegada al poder de gobiernos progresistas en Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, El Salvador, Colombia y, posiblemente, Brasil a fines de este año. Hasta el momento este segundo ciclo muestra una diferencia con respecto a la experiencia anterior: sin las condiciones externas positivas de principios de siglo y bajo la herencia de una estructura productiva desintegrada, los gobiernos no parecen encarar grandes proyectos transformadores. En efecto, más allá de la reducción en la pobreza y las mejoras distributivas del ciclo 2002-2015, las modalidades de generación del excedente (centralmente la extracción de rentas primarias o la intensificación de actividades de bajo valor agregado, débiles en encadenamientos productivos e innovación tecnológica) se mantuvieron prácticamente inalteradas. Sí se modificó parcialmente la apropiación de ese excedente (a través de mejoras en los ingresos salariales directos e indirectos) y, menos intensamente, su destino (ya que la fuga de capitales dio un salto desde la crisis de 2008).

En un escenario externo desfavorable, los gobiernos de este segundo ciclo progresista enfrentan el doble desafío de hacer lo que ya hicieron (mejorar la distribución del ingreso y ampliar derechos) y, a la vez, hacerlo distinto (no sólo incidir en la apropiación del excedente, sino también en su generación). Hasta el momento, dadas las circunstancias, ha primado la moderación en materia económica a través de políticas monetarias y fiscales prudenciales (después del shock de gastos durante la pandemia). Sí aparecen en agenda modificaciones en el sistema tributario para dotarlo de mayor progresividad. En tanto, las aspiraciones para modificar la matriz productiva parecen haberse archivado, en el marco de una apuesta por la intensificación de las actividades extractivas primarias.

La necesidad de divisas conspira entonces contra la redefinición de los mecanismos de obtención de esos recursos. No sólo la intensificación de actividades primario-extractivas tiene la desventaja de conllevar menores entramados productivos locales o regionales que otras tareas, sino que además ha sido cuestionada por su impacto ambiental. En esta tendencia se torna de mayor importancia la presencia de China, la potencia ascendente que más invierte en ellas.

Los desafíos de la integración y la potencialidad de China

En esta perspectiva abierta por los gobiernos progresistas, reemerge la apuesta por la integración. La recreación de los organismos de coordinación que fueran dejados de lado durante el periodo de gobiernos conservadores aparece como una primera respuesta. También la novedad de México como una potencial pieza central. Sin embargo, aún prima la descoordinación entre países, aspecto que se vio de manifiesto en las estrategias frente a la pandemia.

El desafío de la integración se enlaza, geopolíticamente, en un contexto donde China y su capacidad de inversión, financiamiento y despliegue comercial marcan un nuevo escenario. La iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada por Pekín, suma 21 países latinoamericanos. Sin embargo, esta posibilidad surge en un momento donde la propia China ha decidido no otorgar préstamos a la región desde 2020, en el marco de su propio proceso de desaceleración económica y la creciente rivalidad con Estados Unidos. Si bien la iniciativa de la Franja y la Ruta podría abrir oportunidades para el desarrollo de infraestructura en la región, requiere una estrategia coordinada donde se potencien complementariedades regionales. Nuevamente se podría alinear el escenario político ¿Habrá una estrategia común esta vez?.

Leandro M. Bona es investigador en el área de Economía y Tecnología de FLACSO. Doctor en Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Becario posdoctoral en el Instituto de Historia Económica Paul Bairoch de la Universidad de Ginebra (UNIGE). Profesor de Economía en la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.