China y América Latina en una nueva fase: desafíos en el siglo XXI

 

Reseña por Ignacio Arana, Profesor asistente de Ciencia Política en la Universidad Carnegie Mellon, Pittsburgh, Estados Unidos e integrante de REDCAEM. 25.03.2023.

 

La influencia de China en América Latina ha crecido exponencialmente. Entre 2002 y 2020, el comercio entre China a la región creció casi 18 veces, desde USD 18 mil millones de dólares a USD 318 mil millones de dólares. China ya se posiciona como el principal socio comercial de Brasil, Chile, Perú y Uruguay, y como el segundo socio comercial de varios países. El gigante asiático presta dinero, compra materias primas, invierte en empresas privadas y estatales, y construye infraestructura como carreteras, puentes, puertos, centrales hidroeléctricas y nucleares en varios países. Esta vorágine ha sido seguida de cerca desde los medios de comunicación y analistas, pero entender de manera cabal la creciente integración entre China y América Latina es un desafío intelectual significativo debido a la multidimensionalidad del proceso. Lentamente ha proliferado una literatura especializada que ha dado cuenta de esta nueva realidad. El libro China y América Latina en una nueva fase: desafíos en el siglo XXI  compilado por los cientistas políticos Pamela Aróstica y Walter Sánchez, es un destacado aporte en esta dirección.
El libro presenta exitosamente un balance que combina una mirada global y actualizada de la relación sino-latinomericana con capítulos especializados en distintos temas escritos por un grupo multinacional de destacados expertos. El balance se logra gracias a la estructura tripartita de la obra, que primero cubre la interacción macro entre ambas regiones, y luego se centra en las relaciones multilaterales y bilaterales.  
La primera parte (capítulos 1-4) examina de manera global el presente de las interacciones económicas, políticas y culturales entre ambas regiones. Documenta que China ha usado su influencia económica como base para actuar como un actor político regional siguiendo un patrón de relaciones centro-periferia, pese a que presente una narrativa de cooperación Sur-Sur. Por ejemplo, capitales chinos se han comprometido a financiar grandes proyectos en la región, incluyendo el corredor ferroviario bioceánico central en Sudamérica, el Canal de Nicaragua (hoy puesto en duda), y el financiamiento de varios parques industriales. Estos avances tienen un correlato diplomático. China quiere que menos países reconozcan a Taiwán como Estado soberano, ya que lo considera como una provincia rebelde. Y China ha tenido éxito en estas estrategia al ganar adeptos en Latinoamérica: en 2023, Honduras está por seguir los pasos de Nicaragua, República Dominicana, Panamá y El Salvador, países que dejaron de reconocer a Taiwán en distintas fechas desde 2017.
La segunda parte del libro aborda la relación triangular entre China y América Latina y otros actores claves, como Estados Unidos (capítulo 5), la Unión Europea (capítulo 6), y Rusia (capítulo 7). Esta sección documenta la pérdida de hegemonía de Estados Unidos en la región, el reemplazo de inversiones europeas por capitales chinos, y la potencial rivalidad entre China y Rusia en algunos países antagonistas de Washington, en particular Venezuela, Cuba, y Nicaragua.  
La tercera sección se focaliza en estudios de caso que examinan la relación de China con subzonas latinoamericanas, incluyendo los bloques regionales (capítulo 8), México (capítulo 9), Brasil (capítulo 10), el Caribe (capítulo 11), y Uruguay (capítulo 12).    
Los autores enfatizan que la influencia de China seguirá creciendo en la región —y aunque su crecimiento económico se desacelere—  la permanente necesidad del gigante asiático por asegurar materias primas, recursos energéticos, alimentos y acceso a los mercados latinoamericanos, será una tendencia creciente. La irrupción de la pandemia de COVID-19, posterior a la publicación del libro, ha visto una aceleración de la influencia China gracias a un comercio en permanente expansión y a las ventas y donaciones de equipamiento médico, mascarillas y vacunas a Latinoamérica.
Así como la relación político-diplomática entre ambas regiones sigue a la integración económica, el interés académico debería seguir de cerca el cambio de ejes geopolíticos que América Latina está viviendo. Es urgente que el estudio sobre las relaciones sino-latinoamericanas se desarrolle e institucionalice en América Latina para velar por una integración que siga principios de simetría y cooperación y no se repita la experiencia histórica de subordinación con Washington. En este cometido por buscar el mejor camino, el libro editado por Aróstica y Sánchez constituyen un excelente punto de referencia.