China – América Latina. Génesis y Desarrollo de sus Relaciones

 

Reseña por Marisela ConnellyProfesora e Investigadora en El Colegio de México (COLMEX), Centro de Estudios de Asia y África (CEAA) Área China e integrante de REDCAEM. 15.12.2023.

 

El libro China – América Latina. Génesis y Desarrollo de sus Relaciones fue pionero en el estudio de las relaciones de la República Popular China y América Latina; a medida que este país asiático fue adquiriendo un papel protagónico a nivel internacional, a raíz de su crecimiento económico y extenso comercio, América Latina fue puesta entre las regiones importantes por sus mercados y fuente de materias primas. En aquel entonces, Romer Cornejo y yo nos aventuramos a realizar la investigación cobijados por un financiamiento que obtuvimos de la Ford Foundation, a través del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales, de El Colegio de México y mi querido profesor Rafael Segovia. Romer fue a consultar los archivos en Washington, y yo fui a Beijing para recabar Información.
Como punto de partida tomamos a la inmigración china hacia el continente americano. En el período del siglo XIX hasta 1949. En la segunda parte del siglo XIX, China sufrió el ataque de los países europeos dirigidos por Inglaterra, que deseaban obtener un comercio abierto, sin las restricciones que les imponía el imperio y establecimientos en los puertos chinos. 1942 fue un año clave pues ese país europeo utilizó su armada avanzada para atacar a las fuerzas chinas. A partir de ese momento, el gran imperio chino fue abierto y humillado. Una parte importante de la población, sobre todo de las provincias del sur emigró, buscando mejores condiciones de vida. Los chinos que llegaron a América Latina trabajaron en la construcción de ferrocarriles, minas y en la agricultura.
En el segundo capítulo analizamos la política exterior de China en las décadas de 1950 a 1970. Cuando se establece la República Popular China no había muchas opciones para el gobierno, dado el cerco impuesto por Estados Unidos y aliados; Mao Zedong declaró que China se iba hacia un solo lado, el lado de la Unión Soviética, no obstante que las relaciones con José Stalin no eran del todo amigables. La economía del país creció con el Primer Plan Quinquenal iniciado en 1953; los líderes chinos cultivaron las relaciones culturales y desde América Latina recibieron visitantes de varios países. En el caso de México, Vicente Lombardo Toledano, presidente de la Confederación de Trabajadores de México, estuvo en China en 1949, a su regreso escribió un libro en el que comentaba sobre los logros económicos y sociales del país.
La década de 1960 fue un período turbulento en China. El rompimiento con la Unión Soviética implicó hacer cambios en la política exterior y en la dirección económica. Después del Gran Salto Adelante impulsado por Mao Zedong en 1958 y, su fracaso rotundo, Deng Xiaoping y Liu Shaoqi echaron a andar un plan para restablecer los niveles de crecimiento y aligerar los problemas de abastecimiento de alimentos para la población. Durante la Revolución Cultural iniciada en 1965, Mao se volcó hacia los cambios dentro de la sociedad y depuración de todo rastro de la tradición confuciana y de la contaminación que provenía de fuera de China. Al mismo tiempo, la disputa con la Unión Soviética se reflejó en la política exterior: los líderes chinos buscaron ganarse a los partidos comunistas de los países en vías de desarrollo, para que apoyaran su línea. La actitud violenta y ofensiva llevó al país al aislamiento y a una confrontación con su vecino del norte en 1969.
En América Latina, los cubanos apoyaron a la Unión Soviética en la disputa con China. Casi todos los partidos comunistas siguieron la misma tendencia. Lin Biao, Ministro de Defensa chino pugnaba por llevar a cabo la Guerra Popular en los países que eran oprimidos por las fuerzas imperialistas. En México, el Partido Comunista siguió a la Unión Soviética; otros grupos como la Liga Comunista Espartaco se alió con China. Al mismo tiempo, los líderes estaban trabajando para que los países recién independizados en diferentes regiones le dieran su apoyo para que pudiera desplazar a los representantes de la República de China asentada en la isla de Taiwán, de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y su Consejo de Seguridad.
Cuando pasamos a analizar la política exterior de China en los años setenta, Cornejo y yo nos centramos en el parteaguas que significó el acercamiento de Estados Unidos y China; las reuniones entre Henry Kissinger y Zhou Enlai que permitieron que desbloqueara la relación y así, Nixon visitara China. Para América Latina significó abandonar su apoyo a Taiwán y buscar la relación diplomática con China. El gobierno maoísta enfatizó en las relaciones Estado – Estado y de esa manera pudo remontar el aislamiento que había sufrido. También en la discusión de la entrada de la República Popular China a la ONU y su Consejo de Seguridad, los países de América Latina y en especial México apoyaron la iniciativa. El presidente Luis Echeverría mostró su disposición para atender las demandas chinas de representación en este organismo internacional; también en la aceptación de los términos para el establecimiento de relaciones diplomáticas.
Durante la década de 1980, China se abrió más al mundo cuando Deng Xiaoping tomo el mando y puso en práctica las reformas económicas que permitieron acelerar el crecimiento y mejorar el nivel de vida de la población. La política exterior proclamó la paz y el desarrollo; China necesitaba un ambiente pacífico y no quería que los problemas relativos a disputas territoriales con países de la región fueran obstáculo para que se concentraran en la reforma. La relación con América Latina fue cordial, pero en los nuevos términos, es decir, a México lo veía como un socio a nivel político, en tanto que a Brasil lo veía como socio a nivel económico. Los presidentes mexicanos viajaron a China y mostraron la importancia de la relación bilateral, la necesidad de profundizar los lazos. Cada vez más el país asiático buscaba la forma de ganarse la simpatía de estos países, tarea nada fácil, pues algunos de ellos, empezaban a ver a China como competidor, tanto en lo que respecta a financiamiento de los organismos internacionales, como en mercados internacionales.
En el último capítulo del libro analizamos la importancia de la región latinoamericana en el comercio exterior de China. Destacábamos el hecho de que el comercio entre ellos tenía en su contra el desconocimiento mutuo lo mismo que las limitaciones de desarrollo y políticas económicas de los países de la región. Un párrafo de las conclusiones dice mucho sobre cómo veíamos el futuro de la relación:
«(…) Actualmente están dadas una serie de condiciones globales, antes obstaculizantes, para las relaciones entre ambas regiones. De allí que la década de 1990 se vislumbre como de relaciones diplomáticas plenas, con coincidencias importantes en términos de intereses globales: tanto China como los países grandes de América Latina pugnan por un espacio político cada vez mayor en el mundo». (p. 152).
En la década de los noventa, los líderes chinos pusieron énfasis en profundizar la reforma económica, Zhu Rongji fue pieza clave para lograr este objetivo. El país inició su política de establecimiento de asociaciones como forma de estrechar relaciones, sobre todo con Estados Unidos y la nueva Rusia de Boris Yeltsin. Pero no fue sino hasta el siglo XXI cuando Hu Jintao lanza la política de ir hacia afuera, de las compañías chinas, para que adquirieran experiencia y lograran ser reconocidas internacionalmente. El crecimiento económico lleva a la búsqueda de fuentes de energía y de mercados. América Latina se convirtió en pieza importante de esta estrategia. A partir de entonces, las relaciones de China con América Latina crecieron a paso acelerado y aparecieron una cantidad considerable de artículos y libros que hablaban y discutían sobre el asunto.
En el tiempo en que escribimos el libro China – América Latina. Génesis y Desarrollo de sus Relaciones, no existían las herramientas tecnológicas que tenemos hoy. El tema parecía irrelevante, ¿Por qué escribir sobre las relaciones de América Latina con un país tan lejano y diferente? No obstante, nuestro argumento para escribir el libro fue lo suficientemente convincente como para lograr tener un financiamiento. Señalamos que China tenía sus objetivos claros en la estrategia de apertura y desarrollo económico, que la llevarían a un lugar privilegiado en el mundo. Y no nos equivocamos, Deng Xiaoping cumplió con todo lo que se propuso, arriesgó su propio prestigió personal por preservar la reforma económica; sus sucesores entendieron bien el mensaje y no dejaron de lado las enseñanzas de Deng. Por eso hoy, China es el socio comercial más importante de la mayoría de los países latinoamericanos, su presencia cultural se ha extendido por todo el continente y nuestros jóvenes aprenden chino y van a estudiar a China. Países que todavía tenían relaciones diplomáticas con Taiwán, poco a poco fueron rompiéndolas para establecerlas con Beijing. Centroamérica que había sido bastión de la isla, reconoció la importancia de las relaciones económicas con China y de su peso a nivel global. Hoy solo Guatemala y Belice continúan como aliados de Taipéi. En Sudamérica solo Paraguay mantiene su fidelidad hacia la isla.
El liderazgo chino con Xi Jinping ha cambiado estrategias para alcanzar la fortaleza económica, para continuar extendiendo su influencia por todas las regiones del mundo; existen problemas que no son fáciles de resolver, no obstante, el país, tengo la certeza, seguirá avanzando y cumpliendo sus metas.