Serie Especial COVID-19. Columna sobre Economía, Comercio e Inversión. 15 de abril de 2021
Tecnología y commodities: Puente chino de modernización para la economía argentina
Por Gabriel Balbo y Sergio Cesarin
Más allá de los lazos políticos y culturales que sostienen durante los últimos años la Argentina y la República Popular China, la cooperación, entendimiento y diálogo entre ambos países se manifiesta en múltiples planos y facetas. Algunos de los más relevantes son el sostenido incremento de los intercambios comerciales, el avance en la radicación de inversión extranjera china y el financiamiento de obras públicas del país sudamericano, visitas de primeros mandatarios y altos funcionarios gubernamentales, contactos y foros empresariales, intercambio de estudiantes y académicos, y el establecimiento desde 2009 de los primeros Institutos Confucio. Estas acciones e iniciativas han sido retroalimentadas por la mutua cooperación en el seno de Naciones Unidas, en el ejercicio de la diplomacia multilateral en el Foro CELAC y en la participación de diferentes actores sub nacionales que han dinamizado y enriquecido los contactos bilaterales a lo largo de más de tres décadas. Mención aparte merecen los intercambios entre organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, asociaciones empresarias, organizaciones laborales, jóvenes profesionales, periodistas, e intelectuales, entre otras. Esta densa malla de acuerdos, entretejidos por sinergias entre los diferentes planos y factores citados, cimenta en la actualidad una relación que se intensificará hacia el futuro. En tal sentido, el potencial de intercambio económico entre ambos países se presenta como una gran oportunidad para consolidar una relación “estratégica integral” que sirva a los intereses tanto de China como de la Argentina.
La alta complementación entre ambas economías permite -y posibilitaría- generar importantes ventajas mutuas en la producción de bienes y servicios. Así, la competitividad argentina, su capacidad de producción agroalimentaria y riqueza minera, puede transformarse de manera inteligente en la moneda de cambio para la modernización tecnológica, e inducir un salto exportador y la inserción de su producción nacional en cadenas globales de valor de la mano de China. En tal sentido, un acuerdo equilibrado de provisión a China de commodities en contraprestación de equipamiento y transferencia tecnológica se puede convertir en una dinámica “win-win”. Sobre este particular, las experiencias de países como Australia, Dinamarca e incluso Brasil (competitivos productores agroalimentarios), pueden brindar pistas sobre el camino a seguir, por ejemplo, respecto a la formación de alianzas, no sólo para la producción de bienes sino entre firmas que operan en sectores tecnológicamente intensivos como los de telecomunicaciones, biotecnología, y farmacéutico.
En el sector de telecomunicaciones, Argentina podría ahondar aún más en la adopción de equipamiento chino para el desarrollo y modernización de su redes; sus operadoras están muy familiarizadas con proveedores como Huawei, el gigante con sede central en Shenzhen. En esta línea, en vísperas del despliegue de la nueva tecnología de comunicaciones móviles 5G, el Estado argentino debería procurar una acuerdo con sus pares chinos que incluyera la adopción de equipamiento de esa procedencia a cambio de incorporar firmas argentinas en cadenas globales de valor (CGV) asociadas a la operatoria transnacional de productores de equipamiento como Huawei. De concretarse compromisos de este tipo, las firmas chinas podrían proveer equipamiento, antenas y el hardware necesario para redes, en tanto las empresas integradoras argentinas podrían participar realizando toda la programación requerida para su funcionamiento.
También en el área de energías renovables, existe una atractiva plataforma para avanzar de manera complementaria. En este sector se destaca el Parque Solar Cauchari (el más grande de Sudamérica), se encuentra en la Puna, región al noroeste de a provincia de Jujuy, con una de las mayores radiaciones solares del mundo, desde 2019 alberga instalaciones a 4.020 metros sobre el nivel del mar compuestas por más de 1 millón de paneles solares capaces de generar hasta 300MW de potencia. Este complejo podría generar mecanismos de transferencia tecnológica, apoyados en el desarrollo de herramientas necesarias para la operación de parques solares en entornos de altura como la mencionada Puna en el norte argentino, limítrofe con Bolivia.
Relacionado con la energía está además la explotación del litio en el norte argentino, en las provincias de Catamarca, Jujuy y Salta, considerada la cuarta región de explotación mundial del mineral, detrás de Australia, Chile y la propia China. En tal sentido, el desarrollo chino de autos eléctricos, con crecimiento exponencial en los últimos años, da lugar a la demanda de baterías de litio y, por lo tanto, al interés en la explotación de las reservas mencionadas. Aquí se abre otra ventana de oportunidad, donde la inserción en cadenas globales de valor asociadas a los autos eléctricos, particularmente participando a partir de la fabricación de las baterías, daría lugar al desarrollo productivo y a la modernización sustentable de este segmento de la industria argentina con alto impacto en una de las zonas más pobres del país como es el noroeste. Nuevamente una asociación chino-argentina que se articule bajo el paraguas de la transferencia de know how para llevar adelante la producción local de acumuladores basados en litio sería beneficiosa para ambas partes: China compite mundialmente con Estados Unidos en el rubro de coches eléctricos y requiere los recursos naturales, insumos y partes que permitan mantener su competitividad; Argentina en tanto necesita modernizar su economía, buscando ocupar espacios en la nueva modernidad productiva, que priorice las cadenas de valor.
Proyectando hacia la etapa post COVID-19, existe un amplio margen para ampliar asociaciones y alianzas en la producción de fármacos, genéricos y vacunas. La industria argentina detenta ciertas capacidades y know how que, con un pertinente upgrade estaría en condiciones de producir las vacunas necesarias para satisfacer la demanda nacional y regional. En esta dirección, la firma china Sinovac Biotech Ltd. avanzó mediante la firma de acuerdos con Brasil, cerrando un acuerdo que contempla transferencia tecnológica -para la variante de virus inactivado Coronavac-, ejemplo posible de emular por parte de Argentina. Por acción de la “diplomacia de la vacuna” y los acercamientos antes mencionados, en una etapa post COVID-19, es posible esperar que Argentina y China, amplíen los acuerdos y alianzas público-privadas. Hacia el mediano plazo, existe una amplia cartera de proyectos de interés para las firmas chinas, tanto en energía -Polo Energético en Zarate, extracción de gas en Vaca Muerta- como en transporte -Trenes, Hidrovía Paraguay-Paraná- y logística -Polo Logístico Antártico en Ushuaia-, que revisten suma importancia para la proyección china en Sudamérica y para la modernización de la economía argentina. Todo este andamiaje relacional tiene correlatos específicos en los compromisos asumidos por la Argentina durante los dos últimos años, por ejemplo su ingreso al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB) liderado por China y la incorporación formal al Proyecto de la Franja y la Ruta, corroboran un horizonte de profundización de las relaciones sino-argentinas.
Ambos países han construido una relación sobre la base de una densa malla de acuerdos bilaterales, un proceso continuo de construcción de confianza basado en el diálogo, el mutuo interés cultural, la relevancia estratégica que China otorga a Argentina por sus riquezas naturales y la convergencia de intereses, en el marco de relaciones sur-sur. Cimentada sobre un patrón de complementariedad, las relaciones económicas transitan por una amplia agenda de intercambios que incluyen comercio, financiamiento para obras de infraestructura, inversiones y alianzas tecnológicas, que sería deseable en este último caso para Argentina, que sean más intensas y que definitivamente incluyan real transferencia de know how.
Gabriel Balbo es Docente e Investigador de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina. Coordinador del Programa Radar VTIC UNAJ, de Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva.
Sergio Cesarin Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina, Docente de la Maestría en Economía y Negocios con Asia del Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de febrero (UNTREf) y Coordinador del Centro de Estudios sobre Asia del Pacífico e India (CEAPI-UNTREf), Buenos Aires, Argentina.