Columna sobre Historia y Relaciones Culturales, 15 de septiembre de 2018
Repensando desde América Latina los aportes para la comprensión de la proyección política de China
Por Milton Reyes Herrera
El reposicionamiento de China, particularmente desde el año 2002, cuando da un salto desde la 8° posición hacia la 6° economía más grande del planeta, ha venido acompañado por una variedad de esfuerzos investigativos que han intentado explicar su emergencia, así como, la forma en que intentaría relacionarse en el contexto de un nuevo orden mundial, distintos órdenes regionales, y a nivel bilateral. Muchos de esos esfuerzos han intentado construir sus objetos de estudio desde la especialidad de campos y disciplinas tradicionales; por lo cual, sus acercamientos a pesar de cumplir con sus objetivos de carácter didáctico no han alcanzado a dar cuenta de la compleja realidad de China como un continuo de larguísimo plazo, en tanto estado-civilización, ni en la materialización contemporánea del complejo político expresado en la relación partido-estado.
Considerando que la Economía, las Ciencias Políticas, y las Relaciones Internacionales, entre otras disciplinas, han aportado luces para la comprensión de China, también cabe reconocer que éstas han presentado límites para conformar un programa de investigación ambicioso; por lo cual es necesario proponer esfuerzos multidisciplinarios que se vean reforzados por análisis históricos de larga y mediana duración (en el sentido Braudeliano o desde la perspectiva de Barraglaugh), y por esfuerzos orientados a la comprensión de las matrices culturales presentes en las ideas, imágenes y representaciones, e incluso habitus de larguísima duración, que a su vez informan a la construcción de guías de acción estratégica y a la toma de decisión estatal, presentes en la proyección política de China.
Dentro de ese marco, las limitaciones descritas también se han reproducido en los acercamientos académicos generados en América Latina, donde los estudios estratégicos sobre China – además de ser relativamente recientes – también han estado filtrados por los relatos provenientes de una centralidad civilizatoria Nor-Atlántica, especialmente informada a su vez por una interpretación de las relaciones estatales de carácter westfaliana. Es desde ahí, que nos encontramos con esfuerzos que explican la complejidad de la realidad China sin alcanzar a reconocer a otras construcciones en el campo de las ideas, valores y pensamiento estratégico, por fuera de una lectura guiada por una auto-referencialidad cognitiva y epistemológica; y que por lo tanto, tampoco alcanzan a analizar el cómo éstas mantienen un intercambio de corte dialéctico – de carácter meta relacional, presente en el pensamiento tradicional chino – con las construcciones occidentales.
Los planteamientos para superar dichas limitaciones tampoco deben entenderse bajo una perspectiva centrada exclusivamente en el campo de la cultura, sino más bien en la posibilidad del cómo comprender la producción de poder, hegemonía o de contención a la hegemonía dentro del orden mundial contemporáneo, a través de la interrelación – siguiendo a Robert W. Cox- entre las estructuras de fuerza: capacidades materiales (campo con centralidad relacionado a lo económico y a la seguridad compleja); instituciones (campo con centralidad política); e ideas (campo relacionado a la construcción cultural, que conforma a su vez imágenes y representaciones). Ideas que, a su vez, – ya sea como imágenes colectivas que conforman un espacio de competencia en el mediano y corto plazo entre distintas fuerzas sociales e incluso entre unidades políticas; o en su dimensión de ideas intersubjetivas y de largo plazo – informarían cómo el estado-civilización chino procesa sus intereses de manera particular y diferenciado en relación con otros estados y otras potencias.
De ahí, la necesidad de proponer algunos elementos que se orienten a develar las particularidades que presenta la República Popular China al procesar sus intereses frente al orden mundial, tales como: la relación (competencia y articulación) entre el Confucianismo como filosofía-guía de acción estratégica y el Legalismo, en la construcción del complejo estado-sociedad chino; el ejercicio dialéctico de carácter meta relacional entre las matrices del pensamiento tradicional chino y aquellas provenientes de escuelas de pensamiento occidental; e incluso entre la dialéctica tradicional china y la de corte marxista. A la propuesta inicial anterior también se le pudiera sumar la revisión de elementos que complementen a la comprensión de la construcción del pensamiento estratégico chino contemporáneo presentes a nivel estado-sociedad, tales como la relación entre el sistema tributario del 天下(Tiānxià, todo bajo el cielo) y la conformación de anillos a nivel diplomático y de seguridad presentes en la China contemporánea; o la visión sobre cómo enfrentar la competencia entre actores, presente tanto en el pensamiento de los clásicos tratadistas militares chinos y en la práctica ampliada entre la población del tradicional juego del Wéiqí (围棋).
Acercamientos todos, que siendo aún iniciales, permitirían profundizar en la complejidad de la proyección política de China, y por lo tanto generar mayor capacidad de respuesta a los retos que ésta presenta; así mismo, pensando en cómo aprovechar las oportunidades que el gigante asiático despliega en su relacionamiento con la región, podríamos presentar la siguiente ecuación: A mayor conocimiento, mayor posibilidad de mutua comprensión y confianza, y por lo tanto de mejores oportunidades para materializar beneficios mutuos. Ecuación plenamente factible cuando se comprende que una de las premisas básicas de la ética china de negocios parte del ideal que, en una relación establecida de confianza mutua y por lo tanto orientada al largo plazo, todas las partes involucradas tienen que ganar. Es aquí entonces finalmente, donde se nos presenta la pertinencia del campo de inteligencia cultural y de los estudios sobre construcciones culturales; aportes seguros para la comprensión de las particularidades del cómo la proyección política de China procesa sus intereses.
Milton Reyes Herrera es Profesor e Investigador en el Instituto de Altos Estudios Nacionales y en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.