Columna sobre Economía, Comercio e Inversión. 1° de julio de 2021
¿Por qué seguir de cerca el RCEP desde América Latina?
Por Ignacio Bartesaghi
La Asociación Económica Integral Regional (Agreement Regional Comprehensive Economic Partnership – RCEP) es el mayor tratado de libre comercio a nivel global, un mega bloque firmado el 15 de noviembre de 2020 durante la 37° cumbre de ASEAN. Se trata de un acuerdo comercial que luego ocho años de negociación, ha sido firmado por 15 países, los cuales suman casi un tercio del PIB mundial, un 28 % del comercio global y un 30 % de la población mundial.
En los medios de comunicación internacionales se hizo ampliamente conocido, entre otras cosas, por la contraposición que se hizo de este bloque con el ya firmado Acuerdo Transpacífico (TPP), hoy el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), también conocido como TPP 11, tras la salida de Estados Unidos del acuerdo. Hay que recordar que mientras el TPP era un mega bloque liderado por Estados Unidos, el RCEP contaba con el liderazgo de China, lo que pronto se transformó en una competencia geopolítica y geoestratégica entre EEUU y China que ya se gestaba en el gobierno de Obama, luego se profundizó en la administración de Trump y aún se sostiene en la de Biden.
Se trata de un acuerdo firmado por China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) integrada por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei, Camboya, Laos y Myanmar. Si bien India integró las negociaciones decidió no acompañar finalmente el cierre de las mismas, lo que ocurrió en paralelo con un notorio empeoramiento de las relaciones de la potencia del índico con China. Incluso sin India, se está frente al mayor acuerdo comercial a nivel global, que además está próximo de entrar en vigor debido a que ya fue incorporado por China, Japón y dos miembros de la ASEAN. De acuerdo con las disposiciones de incorporación para que el mismo entre en vigencia restan cuatro miembros más de la ASEAN y uno de extrazona, por lo que se estaría cerca de cumplir el objetivo.
Si bien las conversaciones comenzaron en 2009 con el liderazgo de la ASEAN, fue recién en el año 2012 cuando se lanzaron las negociaciones que contaron con el firme apoyo de China. En cuanto a sus características, es un acuerdo profundo, moderno, con 20 capítulos que superan ampliamente la liberalización en el comercio de bienes, fue negociado con pragmatismo, lo que implicó aceptar las diferencias entre sus miembros, para alcanzar la cohesión necesaria para encontrar puntos de convergencia. En ese sentido podría decirse que se negoció con el espíritu de la “Asean way”, estilo de negociación seguido por la ASEAN para alcanzar sus objetivos contemplando los intereses de países de muy diverso desarrollo económico. Es, además, un instrumento que termina de confirmar el rol de la ASEAN en las cadenas globales de valor, transformándose en el epicentro del comercio mundial. Además, a través del RCEP, se logró el primer acuerdo comercial entre China, Japón y Corea del Sur.
Sobre sus impactos, desde América Latina se suele pensar que el mismo estará acotado únicamente a los beneficios que obtendrán Australia y Nueva Zelanda en la exportación de alimentos hacia los integrantes del RCEP, pero se deja de lado que los propios miembros de la ASEAN, China, Japón y Corea del Sur también son productores y exportadores de alimentos que ya compiten con el Mercosur en ese mercado y ahora mejorarán las condiciones de exportación. También en el comercio de servicios existirán mayores beneficios para las economías que integran dicho bloque comercial.
Las relaciones de Uruguay con el RCEP *
Para la región la importancia del RCEP es evidente. Tomando como ejemplo el caso de Uruguay, las exportaciones a los miembros del RCEP pasaron de 135,2 millones de dólares en 1999 a US$ 1.746,9 millones en 2020 sin contar el comercio desde las zonas francas, lo que supuso un crecimiento del 1.192%, mientras que las importaciones pasaron de US$ 252,4 millones en 1999 a US$ 1.726,5 millones en 2020 creciendo 584% entre los años 1999 y 2020. China es el principal socio del país en dicho bloque, explicando nada menos que el 90% de las exportaciones hacia el RCEP en 2020, seguido por Tailandia y Vietnam, países que en términos de variaciones (punta a punta 1999 – 2020) mostraron un muy buen desempeño. Excluyendo el comercio de zonas francas, cabe destacar la importancia adquirida en los últimos años por los mercados del sudeste asiático señalados con relación a países muy tradicionales para las colocaciones de Uruguay, caso de Japón y Corea del Sur.
Replicando el ejercicio para el caso de las importaciones desde los miembros del RCEP, hay que destacar que, si bien se repite la elevada concentración del comercio con China, la misma es inferior en este caso. Asimismo, Corea del Sur supera a Tailandia en la segunda posición, seguido por Vietnam, Japón e Indonesia. Además de la importante variación de China, se destaca el caso de Vietnam y el de Camboya, con variaciones muy elevadas de las importaciones entre los años 1999 – 2020.
Las estadísticas confirman la dependencia del comercio exterior de Uruguay con China en la región de Asia Pacífico, pero también las oportunidades de utilizar este nuevo bloque para profundizar las relaciones comerciales con otros países de Asia Pacífico. La evolución del comercio hacia los miembros del RCEP sin China y hacia los países de la ASEAN muestran tendencias diferentes a las colocaciones de Uruguay hacia el mega bloque cuando se incorpora a China. Las exportaciones de Uruguay al RCEP excluyendo a China pasaron de US$ 72,6 millones en 1999 a US$ 155,1 en 2020 lo que implica una variación de 114%, mientras que si se suma a China crecieron 1.192% en el mismo período. En el caso de las importaciones el crecimiento fue de US$ 163,5 en 1999 a US$ 270,9 en 2020, lo que supuso una variación de 66% (frente a 584% sumando a China).
En el caso de las corrientes comerciales de Uruguay a la ASEAN, las exportaciones pasaron de US$ 41,5 millones en 1999 a US$ 103,6 en 2020 lo que supuso una variación de 150% (más que en el caso del RCEP sin China), mientras que las importaciones uruguayas originarias desde los 10 miembros del Sudeste Asiático pasaron de US$ 29,5 millones en 1999 a US$ 149,7 millones en 2020, lo que implicó una variación punta a punta de 407% (las del RCEP sin China crecieron 66%). Por tanto, los registros indican que el comercio entre Uruguay y la ASEAN muestra un mayor dinamismo que el resto de las colocaciones al RCEP sin China.
Por otra parte, considerando el acumulado del comercio entre Uruguay y los países del RCEP entre los años 1999 y 2020 sin considerar el comercio de zonas francas, China ocupa naturalmente el primer lugar tanto en las exportaciones como en las importaciones (US$ 16.168 y US$ 21.494 millones respectivamente), seguido por Corea del Sur (US$ 403 y 2.180 millones) y Japón (US$ 424 y US$ 1.438 millones), si bien estos dos últimos mercados muestran un menor dinamismo que otras economías como las que integran la ASEAN. En lo que refiere a la oferta exportable de Uruguay con destino al RCEP destacar la importante concentración en muy pocos productos, ya que cinco Capítulos del Sistema Armonizado superaron el 90% del total de bienes colocados en dicho bloque comercial. Las categorías que ganaron mayor participación entre los años 1999 – 2020 fueron carne, soja y en menor medida madera y lácteos. En contrapartida pierden importancia los cueros y la lana, que en 1999 explicaban el 65,6% del total colocado en el RCEP.
Considerando los cuatro principales productos de exportación de Uruguay al RCEP (carne, semillas oleaginosas, madera y lácteos), la exportación de cada uno de los miembros del mega bloque de dichos bienes, muchos de los cuales son colocados en los propios miembros del bloque comercial. Los grandes competidores de Uruguay son Nueva Zelanda y Australia, especialmente en carne y lácteos, pero otros miembros como Tailandia o la propia China exportan montos de consideración. En el caso de la madera China es el principal competidor, pero son varios los países exportadores de este producto como Indonesia, Malasia, Australia, Vietnam y Tailandia. Lo mismo se repite para el caso de las semillas y frutos oleaginosos. Más allá de las variedades y diversidad de productos exportados por los miembros del RCEP dentro de cada categoría recién presentada, los que en algunos casos difieren al del producto uruguayo, la competencia para Uruguay en este bloque no solo está limitada a Australia y Nueva Zelanda, sino que otros miembros también compiten con las colocaciones uruguayas en dicho mercado. La información recién presentada se limitó a los principales productos comercializados por Uruguay en el RCEP, pero otros que tienen sumo potencial como los alimentos preparados, también son producidos y exportados por la gran mayoría de los países que integran el mega bloque.
No cabe duda de que a través de una profundización de las relaciones con los miembros del RCEP por medio de la firma de acuerdos comerciales bilaterales o la posibilidad futura de sumarse al acuerdo, se equipararían las ventajas de acceso desfavorables que enfrenta Uruguay en todos los mercados miembros, pero especialmente en China, Corea del Sur y Japón. Por otro lado, los flujos de comercio entre Uruguay y la ASEAN muestran desempeños auspiciosos que podrían potenciarse con la firma de acuerdos comerciales. Los países que integran el RCEP lideran el crecimiento económico mundial y poseen una enorme clase media con poder de consumo que cambia aceleradamente sus hábitos alimenticios y adquiere alimentos procesados de alto valor agregado (además de servicios y la utilización muy intensiva del comercio electrónico).
Debido a la relación que existe entre disponibilidad de tierras arables y la capacidad de producir alimentos (en muchos casos aún cono bajísimos niveles de productividad), las empresas se seguirán beneficiando en las próximas décadas de una demanda creciente de alimentos, a los que se les exigirá con el paso del tiempo cada vez mayor sofisticación. Las oportunidades clásicas suelen identificarse en los productos primarios y manufacturas de origen agropecuario ya señaladas, pero una visión más activa sobre los beneficios del RCEP podría impulsar a empresas nacionales a invertir en la región para producir y comercializar alimentos de Asia Pacífico o para asociarse con empresas locales.
Para poder beneficiarse de estos fenómenos, debe seguirse muy de cerca el RCEP y sus impactos, para lo cual a nivel nacional, los Estados de nuestra región y en particular los miembros del Mercosur que son importantes exportadores de alimentos, deben con urgencia tomar definiciones de política comercial para al menos equiparar las mismas condiciones de acceso en la región más dinámica del planeta con relación a sus competidores más directos, los que además ya cuentan con ventajas logísticas por la cercanía geográfica y en muchos casos con un mayor afinidad cultural. El tiempo pasa, los países incorporan el acuerdo y el mismo será pronto una realidad.
Ignacio Bartesaghi es Doctor en Relaciones Internacionales, Director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay. Coordinador del eje de Economía, Comercio e Inversión de REDCAEM. @i_bartesaghi
* Las estadísticas presentadas en este apartado fueron extraídas de SmartDATA y de Trade Map.