Columna sobre Género. 15 de julio de 2022
Mujeres chinas en el siglo XXI y derechos reproductivos: ¿Igual lugar en la sociedad, distinto momento?
Por Raquel Isamara León de la Rosa
Esta columna tiene por objetivo generar un breve análisis sobre el alcance de los derechos reproductivos de las mujeres en China, partiendo de la premisa de que a lo largo de la historia la figura del “gobernante” sigue siendo quien determina, a partir de estereotipos y roles de género, el lugar de la mujer dentro de la sociedad como actor social cuyo principal papel es perpetuar las generaciones venideras. Esto como un valor confuciano intrínseco y adaptado por la estructura política que es el Partido Comunista Chino (PCC). Por lo tanto, conlleva a la reflexión sobre la limitada inclusión en la praxis de la mujer china, pese a la búsqueda del gobierno chino por insertarse en lo temas de género desde la arena internacional.
Revisar el papel de la mujer a lo largo de la historia china es identificar la construcción social a partir de la jerárquica estructura confuciana basada en filias fundamentadas en relaciones de poder, en donde el gobernante, entendido en la época imperial como el emperador, ahora el Estado, que se traduce en el PCC, ha jugado el rol más importante en dicha estructura y sin dejar de lado que esto se fortalece con la estructura heteropatriarcal al colocar al hombre por encima de la mujer. Para este primer periodo histórico de la sociedad china, el valor de la mujer se construía a partir de una serie de factores: origen familiar, estatus económico, nivel de educación, cosificación sexual y fertilidad. Siendo los primeros tres los que recaían en mujeres que gozaban de privilegios. No obstante, el último era el que unía a todas, ya que un rol clave en la construcción familiar y de nación era perpetuar la descendencia. Todo esto reforzado por el sinocentrismo dentro y fuera de las fronteras imperiales.
El paso del tiempo y el proceso de revolución generó un gran cambio dentro de la sociedad china, dando paso a la inserción de la mujer desde la lógica comunista del partido, siendo el rol reproductivo un tema de Estado con la implementación de la política del hijo único en 1979. Esto desató los ya conocidos feticidios y feminicidios, a partir de la arraigada idea confuciana del hijo hombre. Si bien nos encontramos frente a la “Cuarta ola feminista”, es importante identificar la inserción de China y sus mujeres dentro de este movimiento. Para esto, primero hay que reconocer la forma en cómo la perspectiva de género se introdujo en las distintas organizaciones internacionales y la manera en que se ha institucionalizado, así como su aterrizaje en las diversas realidades femeninas a través de actores gubernamentales. Al mismo tiempo, identificar y contrastar este proceso con cada una de las olas del feminismo: 1. Voto y educación, 2. La revolución sexual, 3. Decolonialidad e interseccional y 4. Ciberactivismo. Una reflexión importante es la manera en cómo el gobierno chino se insertó en el proceso de institucionalización y cómo ha utilizado la sede de la agenda que dio lugar a la Declaración y la Plataforma de Beijing de 1995, que busca el empoderamiento femenino y la igualdad de género, para la construcción de la imagen de China a nivel internacional con un discurso a favor de la institucionalización y el papel de este país en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en donde reducir la brecha de género es tarea inmediata. No obstante, sí contrastamos esto con las olas del feminismo, es ahí dónde surgen las grandes preguntas en la praxis, ya que el empoderamiento femenino en China es asincrónico a la tendencia a nivel internacional. ¿A qué se debe esto?, se debe a la incipiente deconstrucción de la sociedad confuciana.
Si se contrasta la praxis de la inclusión femenina china con las olas feministas, se identifica que la más consolidada es la primera, pues es la que más eco puede generar con la ideología del PCC, dejando de lado las tres restantes. Esto no quiere decir que no existan o tengan un momento en la actual sociedad china, ejemplo de ello es la resistencia del ciberactivismo chino, que ha puesto a la luz casos como el de Peng Shuai o el colectivo 女权 之 声(Voces feministas) y la censura dentro de la gran muralla cibernética.
En el caso de los derechos reproductivos, este es un tema que sigue estando latente. A principios de julio de 2022, Human Rights Watch publicó en su portal el artículo “How to fix China’s Population Crisis: Say Sorry to Women”, en donde se rescata la crisis demográfica en la que China está sumergida ante la alta contracción de la tasa de natalidad en un 7.5%. Una reflexión interesante, que dejan Fong y Wang en este artículo, es cómo la política de “un hijo más” no ha resultado ante la trampa reproductiva que el Estado ha creado indirectamente hacia las mujeres chinas. Por un lado, la inserción de la mujer a la vida económica, como parte de la fuerza laboral que mantiene el modelo de desarrollo chino; y, por otro lado, el estricto control de planificación familiar, en otras palabras, lo complejo que resulta para una mujer china cuadrar sus distintos “roles” para poder quedar embarazada bajo la venia estatal, son parte de esta trampa que se aúnan al coste de vida dentro de la llamada “sociedad modestamente acomodada”. Ante esto, la conjugación de gen confuciano más las campañas mediáticas llevan a desdibujar a la mujer frente a la presión social y al deber estatal que se supone es ser mujer en China, parte de eso es el señalamiento a las mujeres empoderadas, que desde la lógica local son “solteronas” y bautizadas como “mujeres sobrantes”, esto claro sin visibilizar a las mujeres lesbianas.
Como conclusión, es clara la manera en cómo la estructura que es el PCC busca desdibujar a la mujer, principalmente a partir de los destellos que fue la llegada de la cuarta ola a China, restringiendo la palabra feminismo y cazando cualquier tipo de ciberactivismo incluyente, pues a modo simple “lo que no se nombra, no existe”. Por lo tanto, la estrategia se centra en limitar la visibilidad del pseudo-empoderamiento femenino a cuotas de género en puestos políticos y económicos para unas cuantas, las más privilegiadas a partir de los factores mencionados al principio. Al mismo tiempo, mediáticamente se refuerza la feminidad sexualizada a través de patrones corporales aspiracionales. Como se aprecia, al parecer la milenaria sociedad china, a través del gobernante, continúa posicionando a la mujer y reduciendo su significación a partir de su rol reproductivo.
Raquel Isamara León de la Rosa es Coordinadora de la Especialidad en Protocolo y Desarrollo de Negocios en Mercados Emergentes, Profesora e Investigadora en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Doctora en Relaciones Transpacíficas por la Universidad de Colima.