Columna sobre Política y Relaciones Internacionales. 1° de abril de 2023
Desafíos para la consolidación y expansión de las relaciones Brasil-China en los próximos años
Por Sérgio Soares
La anunciada visita del Presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva a China ha suscitado gran interés en varias regiones del mundo, y no es casualidad. Desde hace algún tiempo, China es el mayor socio comercial de Brasil y de varios países latinoamericanos y, por esta razón, es natural esperar que esta asociación económica conduzca a estrechar los lazos culturales, políticos y diplomáticos entre los países y regiones en un futuro próximo.
Además, especialistas y estudios recientes señalan una marcada brecha entre la importancia de las relaciones y asociaciones económicas entre los dos países y el fortalecimiento de los lazos políticos y diplomáticos entre ellos, brecha que, en el caso brasileño, se vio acentuada por algunas iniciativas y declaraciones equivocadas de administraciones recientes. Tal vez aún más importante que esos lazos económicos entre ambos países, en el contexto actual, sea destacar que ambas naciones comparten una herencia común y una tradición de respeto a la soberanía nacional de los pueblos, con predominio de soluciones pacíficas y diplomáticas a los problemas internacionales, en detrimento del intervencionismo militar y de la mentalidad de «guerra fría» de algunos países que, aún hoy, y con medios de destrucción cada vez más sofisticados, insisten en estimular las tensiones y la posibilidad de enfrentamientos armados en todo el mundo.
Esta vocación por el desarrollo pacífico y el compromiso con el multilateralismo en las relaciones internacionales se vio reforzada por el reciente nombramiento de la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff al frente del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), la institución financiera de los BRICS, un acontecimiento de la mayor importancia en un momento en que la economía mundial atraviesa fuertes incertidumbres y turbulencias en el período post-pandémico. En este contexto, la integración económica entre países, especialmente del sur global, se torna aún más relevante y estratégica, exigiendo la creación de mecanismos financieros y monetarios que hagan esta interacción aún más rápida y ventajosa para las partes interesadas, dentro de los principios de relaciones win-win que han guiado los intercambios comerciales chinos con otras regiones del globo en los últimos años.
En definitiva, parece prometedor para los intereses nacionales brasileños que se produzca una integración cada vez más acelerada con China, a través de proyectos de infraestructuras, la lucha contra las desigualdades sociales y la creación de mecanismos financieros que hagan que estos intercambios sean aún más intensos y beneficiosos para ambos países. Además, en un mundo cada vez más multipolar, es fundamental que las negociaciones de paz predominen por sobre el estimulo de un clima de beligerancia y las iniciativas de países que, con el pretexto de «defender la democracia», sólo provocan un aumento de la inestabilidad política, con la expansión de alianzas y bases militares, así como inversiones en tecnologías de bajo retorno social y bajo potencial de creación de externalidades positivas para inversiones capaces de estimular un desarrollo económico más inclusivo y con respeto al medio ambiente.
Por esta razón, los desafíos para una mayor integración entre Brasil, China y el Sur global no deben ser subestimados en ningún momento, dado que las fuerzas opuestas a la consolidación de un mayor multilateralismo a escala internacional tenderán a utilizar todos los medios para obstruir dicha integración, sin excluir el aumento progresivo del clima de beligerancia y la intensificación de las inversiones en bases militares y equipos bélicos en todo el mundo. Por lo tanto, una agenda que fortalezca el multilateralismo en el futuro próximo, debe buscar el diálogo con todas las fuerzas interesadas en la pacificación del mundo, independientemente de la región geográfica en la que estas fuerzas se encuentren. En este sentido, son muy positivas las agendas a ser tratadas propuestas para la visita del Presidente Lula, que contemplan diversos temas de interés de la comunidad empresarial y de la población en su conjunto de ambos países, con la perspectiva de firmar diversos acuerdos comerciales que abarquen una amplia agenda, incluyendo la intensificación del comercio, inversiones en infraestructura y proyectos ambientales, proyectos de reindustrialización, energías limpias y renovables, cambio climático, entre otros temas contemplados por la amplia agenda de negociación entre los dos países
Esta agenda no será fácil de implementar, y requerirá un fuerte esfuerzo de planificación y articulación conjunta entre Brasil y China, además de la superación de los obstáculos que seguramente se interpondrán en el camino de una relación más estrecha entre ellos.
Por último, cabe señalar que, lejos de un «choque de civilizaciones», lo que presenciamos hoy en el mundo es la confrontación entre dos perspectivas distintas que se perfilan para el futuro de la humanidad, perspectivas que atraviesan las diferentes regiones y países de un mundo cada vez más globalizado e integrado económicamente. Por un lado están los que desean un futuro pacífico para el mundo, con una mayor integración económica entre los países basada en «relaciones en las que todos ganan», inversiones masivas en infraestructuras y bienes públicos, tecnologías limpias, iniciativas para luchar contra la pobreza y las desigualdades sociales, respeto al medio ambiente y a la soberanía de los diferentes pueblos y países. Del otro lado están aquellos actores que, aunque se presenten como «defensores de la democracia», en realidad apuestan a la restauración del clima de guerra fría, a la acentuación del clima de beligerancia entre los países, a la expansión descontrolada de las alianzas y del gasto militar, y a la violación de la soberanía de los pueblos y de los tratados internacionales, así como a una agenda económica que no contempla la reducción de las desigualdades y la gestión ambiental.
En este contexto, la profundización del diálogo y de las relaciones entre Brasil y China en el futuro, teniendo en cuenta la vocación pacífica y no beligerante de estos países, puede contribuir decisivamente al establecimiento de un clima de paz en el mundo y a una mayor integración económica entre países y pueblos soberanos. Las dificultades a las que hay que hacer frente no deben subestimarse, sino que, por el contrario, deben servir de estímulo para el largo trabajo y desafíos que viene por delante.
Sérgio Soares es Profesor Asociado del Programa de Posgrado en Ciencia Política de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Democracia Digital (INCT-DD) de la RedCaem, y becario nivel 2 de Productividad en Investigación del CNPQ.
Coluna sobre Política e Relações Internacionais. 1º de abril de 2023
Desafios para a consolidação e expansão das relações Brasil-China nos próximos anos
Por Sérgio Soares
A anunciada visita do presidente Lula da Silva à China tem gerado forte interesse em várias regiões do mundo, e isso não ocorre por acaso. Já há algum tempo a China é o maior parceiro comercial do Brasil e de vários países da América Latina e, por esse motivo, é mais do que natural a expectativa de que essa parceria econômica se desdobre no estreitamento dos laços culturais, políticos e diplomáticos entre os países e regiões no futuro próximo.
Além do mais, especialistas e estudos recentes apontam uma acentuada defasagem entre a importância das relações e parcerias econômicas entre os dois países, e o estreitamento dos vínculos políticos e diplomáticos entre eles, defasagem esta que, no caso brasileiro, foi acentuada por algumas iniciativas e declarações equivocadas de administrações recentes. Talvez ainda mais importante do que esses vínculos econômicos entre ambos os países, no atual contexto, seja enfatizar que as duas nações compartilham de uma herança e de uma tradição comum de respeito à soberania nacional dos povos, com predomínio das soluções pacíficas e diplomáticas para os problemas internacionais, em detrimento do intervencionismo bélico e da mentalidade de “guerra fria” de alguns países que, ainda nos dias de hoje e com meios de destruição cada vez mais sofisticados, teimam em estimular as tensões e a possibilidade de confrontos armados pelo mundo afora.
Essa vocação para o desenvolvimento pacífico e compromisso com o multilateralismo nas relações internacionais, foi reforçada pela recente nomeação da ex-presidente Dilma Rousseff para a chefia dos Novo Banco de Desenvolvimento (NDB), instituição financeira dos BRICS, um acontecimento da mais alta importância num momento em que a economia mundial passa por fortes incertezas e turbulências do período pós-pandemia. Nesse contexto, a integração econômica entre os países, especialmente do sul global, torna-se ainda mais relevante e estratégica, demandando a criação de mecanismos financeiros e monetários que tornem esta interação ainda mais rápida e vantajosa para as partes interessadas, dentro dos princípios das relações comerciais de ganho mútuo (“win-win relationships”) que tem orientado os intercâmbios comerciais chineses com outras regiões do globo nos últimos anos.
Tudo isso somado, parece ser promissor para os interesses nacionais brasileiros uma integração cada vez mais acelerada com a China, através de projetos de infra-estrutura, combate às desigualdades sociais, e criação de mecanismos financeiros que tornem essas trocas ainda mais intensas e benéficas para ambos os países. Além do mais, num mundo cada vez mais multipolar, é fundamental que as negociações de paz predominem sobre o estímulo ao clima de beligerância e sobre as iniciativas de países que, a pretexto de “defender a democracia”, só provocam o aumento da instabilidade política, com ampliação das alianças e bases militares, além de investimentos em tecnologias com baixo retorno social e baixo potencial de criação de externalidades positivas para investimentos capazes de estimular um desenvolvimento econômico mais inclusivo e com respeito ao meio ambiente.
Por esse motivo, não devem ser subestimados em nenhum momento os desafios que se colocam para uma maior integração entre Brasil, China e o sul global, dado que as forças contrariadas pela consolidação de um maior multilateralismo em escala internacional tenderão a usar de todos os meios para obstaculizar tal integração, sem excluir o aumento progressivo do clima de beligerância e intensificação do investimento em bases militares e equipamento bélico pelo mundo afora. Por isso, uma agenda que reforce a multilateralismo num futuro próximo deve buscar o diálogo com todas as forças interessadas na pacificação do mundo, independentemente da região geográfica onde se localizem essas forças. A este respeito, são bastante positivas as agendas a serem tratadas durante a visita do presidente Lula, que contemplam diversos temas de interesse do empresariado e da população como um todo de ambos os países, com perspectiva de assinatura de vários acordos comerciais, que abrangem ampla pauta, incluindo intensificação do comércio, investimentos em infra-estrutura e projetos ambientais, projetos de reindustrialização, energias limpas e renováveis, mudanças climáticas, dentre outros assuntos contemplados pela ampla pauta de negociação entre os países.
Essa agenda não será de fácil execução, e demandará forte esforço de planejamento e de articulação conjunta entre os países, além da superação dos obstáculos que certamente se colocarão a uma maior aproximação entre ambos.
Por fim, cabe observar que, longe de um “choque de civilizações”, o que testemunhamos no mundo atual é o confronto entre duas perspectivas distintas que se delineiam para o futuro da humanidade, perspectivas estas que atravessam horizontalmente as diferentes regiões e países de um mundo cada vez mais globalizado e integrado economicamente. De um lado, estão aqueles que desejam um futuro pacífico para o mundo, com uma maior integração econômica entre os países a partir das “win-win relationships”, investimentos maciços em infra-estrutura em bens públicos, tecnologias limpas, iniciativas de combate à pobreza e às desigualdades sociais, respeito ao meio ambiente e à soberania dos diferentes povos e países. De outro lado, aqueles atores que, embora apresentando-se como “defensores da democracia”, na realidade apostam na restauração do clima de guerra fria, na acentuação do clima de beligerância entre os países, expansão incontrolada das alianças e gastos militares, e na violação da soberania dos povos e tratados internacionais, bem como uma pauta econômica que não contempla a redução das desigualdades e o manejo ambiental.
Nesse contexto, o aprofundamento do diálogo e das relações entre Brasil e China no futuro, tendo em vista a vocação pacífica e não-beligerante desses países, pode contribuir decisivamente para a instauração de um clima de paz no mundo e para uma maior integração econômica entre países e povos soberanos. As dificuldades a serem enfrentadas não devem ser subestimadas, mas, ao contrário, devem servir de estímulo para o longo trabalho a ser executado daqui por diante.