Columna sobre Geopolítica y Geoestrategia. 15 de septiembre de 2021
China y América Latina: Acercamiento al análisis de conflictos regionales
Por María del Pilar Ostos
Dimensionar el alcance de los acontecimientos que caracterizan la realidad internacional en estos tiempos, implica la elaboración de análisis en los que se retome la importancia de lo regional con trascendencia en el ámbito de lo global. Desde esa perspectiva, el legado del académico mexicano, Dr. Ulises Granados, contribuye a ello, al proponer modelos teóricos que permiten comprender el fondo de la internacionalización de los conflictos regionales, lo que da lugar a otras cuestiones, por ejemplo, la trascendencia del establecimiento de relaciones “estratégicas” que se presentan, entre países pertenecientes a regiones diferenciadas como sucede con la República Popular de China y México.
Derivado de lo anterior, resulta pertinente retomar del trabajo académico del Dr. Granados, las bases o fundamentos teóricos que legó acerca de la internacionalización de los conflictos regionales, lo que implica desde un inicio, identificar a los principales actores enfrentados, y posteriormente, precisar las aspiraciones, intereses y condicionantes de cada uno de los actores involucrados en la dinámica del conflicto. Esto, además, conlleva especificar las motivaciones de orden político, socio-económico, militar e incluso estratégico, que en suma, se trasforman en aspiraciones de carácter geopolítico, susceptibles a convertirse en el fondo de un conflicto que bien puede escalar a partir de lo local, lo nacional, incluyendo lo regional y hasta lo global.
En ese orden de ideas, los trabajos de investigación del Dr. Ulises Granados, se enfocaron en la comprensión de la región de Asia, lo que aportó claridad y rigor académico para observar con detalle, la actuación de actores, particularmente de los países-potencia que ahí convergen, destacando el protagonismo de China y sus aspiraciones geopolíticas, las cuales trascurren entre la búsqueda de petróleo en las islas que se ubican a lo largo y ancho del Mar de China, seguido de otras maniobras de tipo estratégico que, trascienden de la región de Asia-Pacífico, y confluyen en otras regiones, siendo ejemplos de ello, el interés de la dirigencia política de China sobre el control de la producción del petróleo venezolano, al tiempo que manifiesta su interés en las importantes reservas de litio en Afganistán e incluso, en un estado de la república mexicana como es Michoacán, que alberga importantes reservas de tierra-mineral que se comercializan a cambio de la llegada a suelo mexicano de precursores químicos.
De este modo, las aspiraciones geopolíticas de un país-potencia como China, más allá de sus fronteras inmediatas, exacerba las tensiones frente a sus adversarios, principalmente de Estados Unidos, creando un clima que favorece la creación de esquemas de contención, incluso de cercos militares, lo que da lugar a que se genere un tipo de “guerra fría de avanzada” en espera de una escalada propicia para la confrontación bélica, siendo ejemplo de ello, la configuración reciente del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (2021), conocido como QUAD (por sus siglas en inglés), un foro encabezado por Estados Unidos, Japón, India y Australia para contener la presencia de China en la cuenca del Asia-Pacífico. Mientras que China, junto a 14 naciones, optaron por el establecimiento de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), inaugurada a finales del 2020.
En este mismo sentido, el Dr. Ulises Granados enfatiza en ese tipo de liderazgos regionales, al identificar a quienes se manifiestan proclives a ejercer su derecho de soberanía en espacios territoriales ampliados, los cuales consideran como su área hegemónica o de influencia natural, bajo el principio de proximidad geográfica. Frente a lo cual, surge también la necesidad de distinguir a aquellas otras potencias extrarregionales, cuyas capacidades de poder, les permite intervenir en esas mismas regiones, susceptibles a desatar la escala del conflicto en medio de la defensa de intereses diversos, ya sea a nivel de Estados, corporaciones, asociaciones y organizaciones no gubernamentales, incluso de aquellos que se presentan al margen de la ley, destacando a quienes se dedican a la piratería, al terrorismo o el crimen organizado transnacional, entre otros.
Esto último, efectivamente describe lo que persiste en la realidad internacional vigente, y es sin duda, la simultaneidad de espacios regionales propicios al conflicto. Se mencionó con anterioridad la región del Mar de China, en pleno corazón del Asia-Pacífico; pero también resurge la región del Indo-Pacífico, que asume una cada vez mayor contundencia a partir del trazado de rutas marítimas y comerciales que transcurren a lo largo de este corredor de vital importancia para el comercio mundial. Por supuesto, la región del Mar Caribe, a la que geopolíticamente se le conoce como “el Mediterráneo Americano”, convertido históricamente en un punto de inflexión para las distintas potencias navales, pero que en la actualidad involucra a más de un actor, interesado en hacer contrapeso al poder hegemónico de Estados Unidos.
Se podrían seguir enumerando más regiones susceptibles al conflicto, que además, en los últimos tiempos se etiquetan con el apelativo de “guerras híbridas”, sobre las cuales comenzó a enfatizar James Mattis, ex Secretario de Defensa de Estados Unidos, con el objetivo de explicar la tendencia combinada de agrupar distintas motivaciones en pugna, internas y externas, con el único propósito de exacerbar un conflicto con alcances fuera de lo nacional. De ahí que, un prototipo de guerra híbrida, se observa en el continente americano, concretamente con el caso de Venezuela y los efectos que trajo consigo los acercamientos del chavismo con la República Popular de China, la Federación Rusa, Turquía, Cuba e Irán, desatando un tipo de movimiento telúrico en este país andino-caribeño, que a últimas fechas ha exacerbado la salida masiva de refugiados venezolanos, generando una nueva dinámica transfronteriza con efectos en materia de seguridad en el perímetro circundante de América del Sur, Centroamérica, el Caribe y América del Norte.
En hechos más recientes, la coyuntura que se generó con la propagación de la pandemia del COVID-19, dio lugar a que la dirigencia política de China se enfocara en la ejecución de la llamada “diplomacia de la mascarilla”, que hace parte de un proyecto más ambicioso, conocido como “la ruta de la seda de la salud”; a través del cual, el gigante asiático promueve la venta y la donación de insumos médicos, al tiempo que favorece la compra de deuda y el otorgamiento de préstamos a países que cumplan con sus condiciones en medio de la debacle recesiva de la económica al calor de la expansión pandémica. Precisamente, la coyuntura del COVID-19, se convierte en una oportunidad para que China refrende sus vínculos de amistad “estratégica” con México, impulsando la comercialización de insumos médicos en el marco de la antes mencionada “ruta de la seda de la salud”. Sin embargo, y a pesar de los acercamientos entre los gobiernos de China y México, el ánimo de negociación fue tomando un nuevo viraje a partir del llamado de atención que hizo Washington al gobierno mexicano en los primeros meses del 2021, cuando le otorgó un lote de 2.5 millones de vacunas, a cambio de reforzar la frontera sur del territorio mexicano ante la llegada masiva de migrantes, algunos por causa del deterior ambiental y los efectos de la pandemia, provenientes del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y el Salvador), seguido de Haití, Venezuela, Cuba, Colombia, entre otros.
Derivado de este reacomodo en la relación bilateral entre Estados Unidos y México, China disminuye su protagonismo en medio de las oportunidades que otorga la “geografía del contagio”. Bajo su liderazgo, Estados Unidos refuerza su presencia en suelo mexicano con la visita oficial que realizó la Vicepresidenta Kamala Harris, a inicios del mes de Junio de 2021, acompañada de otros funcionarios del gobierno estadounidense, con la finalidad de reforzar los vínculos en el marco de la alianza en América del Norte, siendo esta una forma de hacer frente a la presencia extracontinental de China en la que considera Estados Unidos como su propia isla, América para los Americanos.
Finalmente, cabe destacar que la relevancia del método analítico sobre conflictos regionales en la posguerra fría que nos legó el Dr. Ulises Granados, permite comprender y dimensionar, no sólo el alcance de las potencias, también la de otros actores que se insertan en la esfera internacional a partir de sus intereses y capacidades de poder. Al tiempo que precisa sobre la relevancia de la geopolítica de las regiones en todo el mundo, no sólo en Asia Pacífico, lo observamos con alcances cada vez más contundentes en el Indo-Pacífico y hasta la propia región del Mar Caribe, convertidas en áreas por las que transcurre el trazado de lo que en la actualidad es la “ruta de la seda de la salud” impulsada por China en tiempos de pandemia, y frente a la cual Estados Unidos busca contrapesar en el Indo-Pacífico tras su salida de Afganistán.
* Nota: Este texto es parte del ejemplar N°24 del Working Paper Series de REDCAEM de Septiembre denominado Aportes al Estudio de las Relaciones China – América Latina in memoriam del Dr. Ulises Granados Quiroz. En: http://chinayamericalatina.com/wp-content/uploads/2021/10/WP24-Sep-2021-REDCAEM-.pdf
María del Pilar Ostos es Investigadora en el Instituto el Instituto de Estudios Estratégicos de la Armada de México (ININVESTAM). Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con estudios posdoctorales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).