Columna sobre Política y Relaciones Internacionales. 15 de mayo de 2023

Brasil y China: Resultados del viaje del Presidente Lula y futuro de las relaciones

Por Angelita Matos & Sérgio Braga
A principios del siglo XXI, China se convirtió en el principal socio económico de varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil, lo que tuvo varios impactos geopolíticos en la región. En un reciente documento de trabajo (1), profundizamos en los aspectos políticos e institucionales de la relación entre los dos países, partiendo de la proposición básica de que, a pesar de no ser estrictamente igualitarias (debido a las discrepancias tecnológicas y económicas entre ellos), las relaciones entre las dos naciones no pueden entenderse a la luz del par «dependencia-asimetría política» que tradicionalmente caracterizó las relaciones de Brasil y otros países de América Latina con algunos países desarrollados. 
El argumento que buscamos desarrollar fue que las relaciones Brasil-China no se expresan, políticamente, como relaciones de dependencia, dada la inexistencia de injerencia china en la vida política brasileña. Es decir, a pesar de las asimetrías que aún existen entre las economías y en los intercambios comerciales de los dos países, China no establece condicionalidades políticas y financieras ineludibles para las relaciones comerciales con Brasil, ni imposiciones a nivel de políticas gubernamentales. Esto hace más ventajosa la posibilidad de asociaciones económicas y la atracción de inversiones chinas directas a Brasil, siempre que el país receptor aproveche adecuadamente las ventanas de oportunidad abiertas por este flujo de inversiones, así como las externalidades positivas que pueden impulsar las inversiones de los empresarios nativos.
En este contexto, los horizontes abiertos por los resultados del reciente viaje del Presidente Lula a China, entre los días 12 y 15 de abril de este año, son extremadamente prometedores. Los datos disponibles indican que se ha avanzado mucho en esta dirección, teniendo en cuenta los más de veinte acuerdos firmados entre empresas públicas y privadas brasileñas y chinas como resultado de esta visita. Sumados a los acuerdos previamente anunciados (2), tenemos más de 40 nuevas asociaciones en curso entre ambos países. Esto indica que Brasil ha roto con su postura aislacionista y ha vuelto a buscar un papel de liderazgo en el escenario internacional, pero también ilustra la voluntad política del nuevo gobierno de normalizar y profundizar las relaciones diplomáticas con China, que se vieron sacudidas debido a la postura negacionista y a las declaraciones intempestivas de las autoridades gubernamentales de la administración anterior.
Desde esta perspectiva, consideramos fundamental, para el éxito de los proyectos a ejecutarse en virtud de tales acuerdos (y también para el adecuado enfrentamiento de las resistencias que éstos seguramente provocarán en aquellos actores aferrados a la vieja mentalidad de la guerra fría de dividir el mundo en «esferas de influencia» proyectadas desde su poderío militar), la obediencia a algunos principios fundamentales, tales como a) el respeto a la soberanía nacional y a las tradiciones históricas y culturales de los países, con reconocimiento del derecho de los pueblos a organizar sus propios sistemas políticos y a decidir autónomamente sobre sus destinos; b) que las relaciones produzcan beneficios mutuos para las dos partes implicadas, sirviendo para impulsar sus respectivas economías y corregir las desigualdades sociales c) Avanzar hacia la corrección incremental de las asimetrías económicas y tecnológicas, evitando una excesiva especialización en la agenda comercial de ambos países, que desincentivaría la diversificación y aumentaría la complejidad de sus respectivos sistemas económicos.
Todo indica que los acuerdos resultantes del viaje de Lula a China cumplen estos tres principios, a pesar de algunos puntos controvertidos como la no adhesión de Brasil al proyecto de la Ruta de la Seda (que, de hecho, consideramos prematuro y dependiente de una solución adecuada y pacífica para el actual contexto de inestabilidad y escalada militar en Eurasia) y, también, de una moneda única de los BRICS. Creemos que el gobierno brasileño ha adoptado la postura correcta de esperar la evolución de los acontecimientos y los resultados obtenidos por los acuerdos firmados, antes de avanzar hacia formas más estrechas de relación con su principal socio comercial.
En este marco de necesidad de distensión y pacificación política del mundo, es fundamental que se fortalezcan instituciones más modernas para la regulación de las relaciones internacionales, incorporando nuevos actores cuya influencia política debe ser proporcional a su importancia económica en el mundo contemporáneo. Negociaciones en petit comité de un grupo restringido de países difícilmente restablecerán la estabilidad política, llevando al mundo al borde de una confrontación bélica de grandes proporciones con el riesgo del uso de armas nucleares. Para evitar este escenario, además de ampliar la mesa de negociaciones, es necesario que todas las partes en disputa hagan las concesiones pertinentes para restablecer la estabilidad internacional y no caigan en las trampas tendidas por los interesados en escalar aún más el conflicto.
En este sentido, la visita de Lula a China produjo resultados significativos que deberán desplegarse en el futuro en otras iniciativas, apuntando a una mayor integración económica y geopolítica entre los países, además de la consolidación del multilateralismo a nivel internacional. Ello puede contribuir a eliminar el ambiente de escalada bélica y sanciones económicas que algunos actores insisten en ofrecer como horizonte de futuro para el mundo.
Referências:
  1. Matos Souza, Angelita & Braga, Sergio (2023). Las relaciones Brasil – China en perspectiva de la “teoría de la dependencia”. Working Paper Series (WPS) de REDCAEM, Revista N°34, Mayo. Eje Geopolítica y Geoestrategia. Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM). En: http://chinayamericalatina.com/wp-content/uploads/2023/05/WP34-May-2023-REDCAEM-.pdf
  2. Para leer el texto completo de estos acuerdos, consulte: https://www.gov.br/mre/pt-br/canais_atendimento/imprensa/notas-a-imprensa/lista-e-integra-dos-atos-assinados-no-grande-palacio-do-povo-por-ocasiao-da-visita-do-presidente-luiz-inacio-lula-da-silva-a-republica-popular-da-china.  También la lista de empresas brasileñas que se benefician de tales acuerdos: https://apexbrasil.com.br/br/pt/conteudo/noticias/em-visita-do-presidente-lula-a-china–sao-assinados-mais-de-40-a.html
Angelita Matos es Profesora Asistente en el Instituto de Geociencias y Ciencias Exactas de la Universidad Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho (IGCE – UNESP)
Sérgio Braga es Profesor en la Universidad Federal do Paraná, becario de productividad en investigación del CNPq y Doctor en Desarrollo Económico por la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP).

 


Coluna Política e Relações Internacionais. 15 de maio de 2023

Brasil e China: Resultados da viagem do presidente Lula e futuro das relações

Por Angelita Matos & Sérgio Braga
Na virada do século XXI a China tornou-se o principal parceiro econômico de vários países da América Latina, dentre os quais o Brasil, o que teve vários impactos geopolíticos na região. Em working paper recente, procuramos examinar, em maior grau de profundidade, os aspectos políticos e institucionais da relação entre os dois países, a partir da proposição básica de que, apesar de não serem estritamente igualitárias (devido às discrepâncias tecnológicas e econômicas vigentes entre ambos), as relações entre as duas nações não são passíveis de serem apreendidas à luz do par “dependência-assimetria política”, que tradicionalmente caracterizaram as relações do Brasil e de outros países latino-americanos com alguns países desenvolvidos [1] .
O argumento que buscamos desenvolver foi o de que as relações Brasil-China não se expressam, politicamente, como relações de dependência, dada a inexistência da ingerência chinesa na vida política brasileira. Isto é, apesar das assimetrias ainda existentes entre as economias e nas trocas comerciais dos dois países, a China não estabelece condicionalidades políticas e financeiras incontornáveis para as relações comerciais com o Brasil, nem imposições ao nível das políticas de governo. Isso faz com que a possibilidade de parcerias econômicas e atração de investimentos diretos chineses para o Brasil passe a ser mais vantajosa, desde que o país hospedeiro aproveite adequadamente as janelas de oportunidade abertas por esse fluxo de investimentos, bem como as externalidades positivas que possam dinamizar os investimentos de empresários autóctones.
Nesse contexto é que são extremamente promissores os horizontes abertos pelos resultados da recente viagem do presidente Lula à China, entre 12 e 15 de abril do corrente ano, que resultou em várias iniciativas no sentido de estabelecer relações mutuamente vantajosas para ambos os países. As evidências disponíveis indicam que muito se avançou nessa direção, tendo em vista os mais de vinte acordos assinados entre empresas públicas e privadas brasileiras e chinesas como consequência dessa visita [2]. Somando-se aos acordos já anunciados anteriormente, temos em andamento mais de 40 novas parcerias entre ambos os países. Isso indica que o Brasil rompeu sua postura isolacionista e voltou a buscar protagonismo na arena internacional, mas também ilustra a vontade política do novo governo de normalizar e aprofundar as relações diplomáticas com a China, abaladas em virtude da postura negacionista e das declarações inoportunas de autoridades governamentais da gestão anterior.
Dessa perspectiva, consideramos fundamental, para o sucesso dos projetos a serem executados em virtudes de tais acordos (e também para o enfretamento adequado das resistências que estes certamente provocarão naqueles atores que se apegam à velha mentalidade de guerra fria de dividir o mundo em “esferas de influência” projetadas a partir de seu poderio bélico),  a obediências a alguns princípios fundamentais, tais como: a) respeito à soberania nacional e às tradições históricas e culturais dos países, com o reconhecimento do direito dos povos de organizar seus próprios sistemas políticos e decidir de maneira autônoma sobre seus destinos; b) que as relações produzam ganhos mútuos para ambas as partes envolvidas, servindo para dinamizar as respetivas economias e corrigir as desigualdades sociais; c) que se caminhe em direção à correção incremental das assimetrias econômicas e tecnológicas, evitando uma especialização excessiva da pauta comercial de ambos os países, que desestimule a diversificação e aumento da complexidade de seus  respectivos sistemas econômicos.
Tudo indica que os acordos resultantes da viagem de Lula à China obedecem a estes três princípios, apesar de alguns pontos polêmicos tais como a não-adesão do Brasil ao projeto Rota da Seda (que, de fato, consideramos prematuro e dependente de uma solução adequada e pacífica para o atual contexto de instabilidade e escalada militar na Eurásia) e, também, de uma moeda única dos BRICS. Acreditamos que o governo brasileiro adotou a postura correta de esperar a evolução dos acontecimentos e os resultados obtidos pelos acordos assinados, antes de avançar para formas mais estreitas de relacionamento com o seu principal parceiro comercial.
Dentro desse quadro de necessidade de distensão política e de pacificação do mundo, é fundamental que se fortaleçam instituições mais modernas de regulação das relações internacionais, incorporando novos atores, cuja influência política deve ser proporcional a sua importância econômica no mundo contemporâneo. Negociações em petit comitê de um grupo restrito de países dificilmente restaurarão a estabilidade política, levando o mundo à beira de um confronto bélico de grandes proporções com risco inclusive de uso de armamento nuclear. Para evitar que esse cenário ocorra, além da ampliação da mesa de negociações, é necessário que todos os lados da contenda façam concessões relevantes para restaurar a estabilidade internacional e não caiam nas armadilhas postas pelos interessados em escalar ainda mais o conflito.
Nesse sentido, a visita de Lula a China produziu resultados significativos que devem se desdobrar no futuro em outras iniciativas, visando a uma maior integração econômica e geopolítica entre os países, além da consolidação do multilateralismo no plano internacional. O que pode ajudar a eliminar o ambiente de escalada bélica e sanções econômicas que alguns atores teimam em oferecer como horizonte futuro para o mundo.
Referências:
[1] Disponível em: http://chinayamericalatina.com/wp-content/uploads/2023/05/WP34-May-2023-REDCAEM-.pdf
[2] Para a leitura da íntegra desses acordos, conferir: https://www.gov.br/mre/pt-br/canais_atendimento/imprensa/notas-a-imprensa/lista-e-integra-dos-atos-assinados-no-grande-palacio-do-povo-por-ocasiao-da-visita-do-presidente-luiz-inacio-lula-da-silva-a-republica-popular-da-china . Cf. também a lista de empresas brasileiras beneficiárias de tais acordos: https://apexbrasil.com.br/br/pt/conteudo/noticias/em-visita-do-presidente-lula-a-china–sao-assinados-mais-de-40-a.html
Angelita Matos é Professora Adjunta do Instituto de Geociências e Ciências Exatas da Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho (IGCE – UNESP)
Sérgio Braga é Professor Titular da Universidade Federal do Paraná, Bolsista de Produtividade em Pesquisa do CNPq e Doutor em Desenvolvimento Econômico pela Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP).