Columna sobre Economía, Comercio e Inversión, 1° de Junio de 2025

Desafíos y oportunidades de la economía verde en los países emergentes: reflexiones sobre Brasil y China

Por Gustavo Alejandro Cardozo
La transición hacia una economía verde es uno de los retos más urgentes que enfrentan los países emergentes. Se proyecta que para 2050, seis de las siete mayores economías globales serán países en desarrollo. Este ascenso económico plantea una pregunta fundamental: ¿cómo lograr un crecimiento sostenible que no comprometa el futuro de las nuevas generaciones? Brasil y China, dos de las economías emergentes más influyentes, se encuentran en el epicentro de este desafío. Ambos países, con su rápido desarrollo económico, enfrentan enormes retos ambientales, pero también presentan oportunidades clave para avanzar hacia una economía verde.
El papel de los países emergentes en la sostenibilidad global
El Banco Mundial estima que para 2050, el 85 % de la población mundial residirá en países emergentes, lo que les confiere un papel central en la lucha contra el cambio climático y en la adopción de modelos de desarrollo sostenible. Sin embargo, este crecimiento tiene un costo: en los últimos 50 años, las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) se han triplicado, y los países emergentes son responsables de aproximadamente el 70 % de estas emisiones. Para garantizar que el progreso no venga acompañado de un daño ambiental irreversible, es crucial que estos países adopten políticas que favorezcan la sostenibilidad, mientras que las grandes multinacionales deben desempeñar un papel clave en la difusión de prácticas responsables.
El desafío de Brasil: preservación de la Amazonía y sostenibilidad agrícola
Brasil se presenta como un actor clave en la transición hacia una economía verde debido a su economía diversificada y su vasto territorio. Sin embargo, enfrenta desafíos ambientales considerables, siendo el más crítico la deforestación de la Amazonía, el pulmón verde del planeta. Esta deforestación, impulsada en parte por la expansión agrícola y la minería, continúa siendo una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero en el país.
El desafío para Brasil es claro: necesita encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico —que depende en gran parte de la agricultura y la extracción de recursos naturales— y la conservación de sus ecosistemas. En este contexto, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la restauración de áreas deforestadas son esenciales para frenar el impacto ambiental negativo y mitigar el cambio climático. El país ya ha dado pasos importantes hacia este objetivo, como la implementación de la Agenda 2030 de la ONU y el impulso a políticas de conservación de la biodiversidad.
Además, el papel de la ciudadanía y de las multinacionales es fundamental. Las empresas multinacionales que operan en Brasil deben adoptar estándares de sostenibilidad más estrictos y garantizar que sus actividades no contribuyan al deterioro ambiental. A su vez, el compromiso de la población con la protección de la Amazonía y la adopción de modelos agrícolas sostenibles son aspectos que no pueden ser ignorados en el camino hacia una economía verde en el país.
El caso de China: del crecimiento industrial a la inversión en energías renovables
China, por su parte, representa un caso fascinante de transición entre el crecimiento económico y la sostenibilidad. Si bien la rápida industrialización del país ha sido un motor clave de su desarrollo, también ha traído consigo graves problemas ambientales, como la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como un aumento masivo de las emisiones de gases de efecto invernadero.
No obstante, China ha demostrado un compromiso significativo con la sostenibilidad en los últimos años. En lugar de continuar con un modelo de desarrollo basado en la explotación intensiva de recursos naturales, el gobierno chino ha optado por invertir masivamente en energías renovables y tecnologías limpias. El país es actualmente el mayor productor mundial de paneles solares, turbinas eólicas y baterías para almacenamiento de energía. Estas inversiones no solo son esenciales para reducir las emisiones de CO₂, sino que también representan una oportunidad estratégica para posicionar a China como líder en la industria de las energías limpias.
Además, China ha implementado políticas públicas que fomentan la movilidad sostenible, como la promoción de vehículos eléctricos, y está transformando su infraestructura energética hacia fuentes más limpias y eficientes. Su ambición es alcanzar la neutralidad de carbono para 2060, lo que refleja un compromiso firme con la sostenibilidad global. A través de esta transformación, China ha logrado construir un modelo que combina crecimiento económico con protección ambiental, y su experiencia puede servir como referencia para otros países emergentes, incluido Brasil.
El rol de las multinacionales y la colaboración internacional
Tanto Brasil como China enfrentan la necesidad de equilibrar el crecimiento económico con la gestión sostenible de sus recursos naturales. La clave para avanzar en esta transición será la colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Las multinacionales, como actores globales relevantes, deben desempeñar un papel central en la adopción de prácticas sostenibles y en la implementación de soluciones tecnológicas que ayuden a reducir el impacto ambiental. Por ejemplo, las empresas extranjeras que operan en Brasil deben alinear sus operaciones con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), promoviendo prácticas responsables y transparentes.
La cooperación internacional también es fundamental. Los países desarrollados deben apoyar a las economías emergentes en su transición hacia la sostenibilidad, mediante la transferencia de tecnología y el financiamiento adecuado. En este sentido, iniciativas como el Pacto Global de la ONU y los acuerdos internacionales sobre cambio climático desempeñan un papel esencial, al garantizar que el desarrollo económico de los países emergentes no se haga a expensas del medio ambiente.
El camino hacia una economía verde
El camino hacia una economía verde en Brasil y China, y en general en los países emergentes, es complejo, pero está lleno de oportunidades. La integración de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en las políticas públicas y en las decisiones empresariales será esencial para lograr un desarrollo verdaderamente sostenible. El respeto por los derechos de las comunidades locales, la inversión en educación y la promoción de la conciencia pública sobre la sostenibilidad son factores clave para asegurar el éxito de este modelo económico.
Brasil y China tienen el potencial de convertirse en líderes de la economía verde, si logran integrar el crecimiento económico con la protección ambiental y la justicia social. El futuro del planeta dependerá, en gran medida, de las decisiones que tomen estas economías emergentes en las próximas décadas. Al avanzar hacia modelos de desarrollo que prioricen la sostenibilidad, podrán contribuir de manera decisiva a la construcción de un futuro más justo y ecológicamente equilibrado.

 

Gustavo Alejandro Cardozo es Doctor en Desarrollo Regional en la Universidad de la Región de la Cuenca del Plata, Brasil. Profesor de la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE) en Paraguay, Investigador Senior de Observa da China e integrante de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM).