Columna sobre Economía, Comercio e Inversión. 1° de Septiembre de 2024
50 años de relaciones Brasil-China: Bases sólidas para un futuro sostenible
Por Tulio Cariello
Desde los primeros pasos del proceso de expansión de las empresas chinas, iniciado a mediados de los años 2000 y que se intensificó a finales de esa década, Brasil ha sido el principal destino de las inversiones del gigante asiático en América Latina y figura entre los cinco países que más han recibido capital productivo chino en el mundo. Con poco más de una década y media de actividad constante, las inversiones chinas ya están presentes en todas las regiones de Brasil, desde los grandes centros urbanos y capitales hasta pequeñas ciudades del interior.
Durante este período, hubo cambios en el perfil de los proyectos que atrajeron el interés chino, ya sea por las políticas internas adoptadas por Pekín, por momentos de mayor o menor apertura del mercado brasileño, o debido a turbulencias en el escenario internacional. Inicialmente, reflejando el crecimiento exponencial del comercio bilateral, había un gran entusiasmo por el sector de las materias primas, especialmente en el área de extracción de petróleo. Hoy en día, están presentes en Brasil algunas de las mayores empresas chinas del sector, como China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), China Petrochemical Corporation (Sinopec) y China National Petroleum Corporation (CNPC).
En un segundo momento, el área de energía –especialmente la generación, transmisión y distribución de electricidad– comenzó a atraer la mayor parte de los proyectos, especialmente con la entrada de gigantes como State Grid y China Three Gorges, que tienen en Brasil su principal mercado fuera de China. Al mismo tiempo, la industria manufacturera ganó espacio, con la entrada de empresas chinas de diversos segmentos, como automotriz, electrodomésticos y maquinaria y equipos, incluyendo a BYD, TCL, Gree, Midea, Sanxing Electric y Xuzhou Construction Machinery Group (XCMG).
Además, hay inversiones consolidadas en el sector minero, con la presencia de grandes iniciativas de CMOC en el área de niobio y fosfatos, y en el segmento agrícola, con aportes de empresas como COFCO y Long-Ping High-Tech, que van desde la comercialización y suministro de productos agrícolas hasta la fabricación de productos químicos para la agroindustria. En el segmento de infraestructura, además de los grandes proyectos relacionados con el sector energético, destacan las inversiones de las empresas estatales China Communications Construction Company (CCCC), propietaria de Concremat Engenharia, y China Merchants Port, que desde 2018 tiene en su cartera la Terminal de Contenedores de Paranaguá.
El crecimiento del comercio bilateral y la entrada de inversiones chinas en Brasil han generado un creciente interés en el sector bancario, que gradualmente ha comenzado a operar directamente en el país. En la primera década de los 2000, la presencia de bancos chinos aún era incipiente, contando básicamente con el Bank of China, que había creado una oficina de representación en 1998, siendo pionero en la presencia de estas instituciones en América del Sur. Años más tarde, en 2009, se estableció como Banco de China Brasil S.A., el primer banco chino en ingresar efectivamente en el territorio nacional. A partir de 2012, otros bancos chinos comenzaron a operar en el país, como el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), el Bank of Communications (BOCOM) y el China Construction Bank (CCB).
Cabe destacar que poco más de la mitad de los proyectos chinos en Brasil ingresaron al país a través de iniciativas greenfield, con el establecimiento de nuevos negocios o nuevas rondas de inversiones en proyectos iniciados en años anteriores. Este escenario ha traído –y continúa trayendo– numerosos beneficios para la economía brasileña, ya que crea redes de conectividad entre diversos sectores de la cadena de valor, además de dinamizar el mercado laboral. Al mismo tiempo, muchas empresas chinas también optaron por ingresar al país apostando por fusiones y adquisiciones, aprovechando ventajas puntuales, como la caída relativa de los precios de los activos nacionales debido a la devaluación del real.
La trayectoria de las inversiones chinas en Brasil muestra que las relaciones en esta área han alcanzado un grado considerable de madurez, con una rápida evolución –cuantitativa y cualitativa– de estas inversiones, lo que ha preparado bases sólidas para las nuevas tendencias que comienzan a emerger. Actualmente, los grandes proyectos de inversión de China en el extranjero aún existen, pero han sido menos frecuentes, dando paso a emprendimientos menores en las llamadas «nuevas infraestructuras», con iniciativas en áreas que están en el centro de los planes de desarrollo del liderazgo chino, como las energías renovables, los autos eléctricos, la tecnología de la información, la infraestructura urbana y las manufacturas de alto estándar.
Es en este escenario que han surgido nuevas oportunidades para Brasil. En años recientes, ha habido un renovado entusiasmo por parte de empresas chinas de Tecnología de la Información para invertir capital en el país, incluyendo participaciones en varias rondas de inversión en startups nacionales, abriendo el camino para la expansión de grandes tecnológicas como DiDi, Tencent y Ant Financial.
De la misma manera, áreas relacionadas con la transición energética han despertado el interés de las empresas chinas, en línea con la meta de China de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060, una ambición que necesariamente requerirá la ayuda de aliados en diversas partes del mundo. En Brasil, ya han comenzado a surgir muchas inversiones en este contexto, particularmente en el sector de autos eléctricos. La reciente entrada de GWM y BYD en el mercado nacional ilustra casos emblemáticos de una nueva fase de las inversiones chinas en el país, en la que la agenda de la transición energética es un punto central en la estrategia de estas empresas. Además, es cada vez más común la entrada de nuevos proyectos en energías limpias, especialmente solar y eólica, con oportunidades latentes en áreas como el hidrógeno verde, biocombustibles para la aviación y el transporte marítimo, así como la extracción y procesamiento de minerales críticos como el litio.
Los avances de las inversiones chinas en Brasil son notables y mucho ya se ha logrado en este escenario. En el marco de una agenda común basada en el desarrollo sostenible y tecnológico, Brasil y China pueden dar nuevos pasos hacia asociaciones que fortalezcan no solo las relaciones bilaterales, sino también la posición de ambos en el mundo. Con una mirada optimista hacia el futuro, ambos países están bien posicionados para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades emergentes, creando un camino conjunto de prosperidad e innovación para las próximas décadas.
Tulio Cariello es Director de Contenido e Investigación del Consejo Empresarial Brasil-China (CEBC), integrante de REDCAEM y autor del estudio “Investimentos chineses no Brasil – 2023: novas tendências em energias verdes e parcerias sustentáveis”
Nota: Artículo originalmente publicado en portugués en la Carta Brasil-China del CEBC, edición especial “Parcerias que moldam o futuro: 50 anos de relações diplomáticas Brasil-China”
Coluna sobre Economia, Comércio e Investimento. 1º de setembro de 2024
50 anos de relações Brasil-China: bases sólidas para um futuro sustentável
Por Tulio Cariello
Desde os primeiros passos do processo de extroversão das empresas chinesas, iniciado em meados dos anos 2000 e intensificado no final daquela década, o Brasil tem sido o principal destino dos aportes do gigante asiático na América Latina e figura entre os cinco países que mais receberam capital produtivo chinês no mundo. Com pouco mais de uma década e meia de atuação constante, os investimentos chineses já estão presentes em todas as regiões do Brasil, dos grandes centros urbanos e capitais até pequenas cidades do interior.
Ao longo desse período, houve mudanças no perfil dos projetos que atraíram o interesse chinês, seja por conta de políticas domésticas adotadas por Pequim, de momentos de maior ou menor abertura do mercado brasileiro ou devido a turbulências no cenário internacional. Inicialmente, refletindo o crescimento exponencial do comércio bilateral, havia grande entusiasmo com o setor de commodities, especialmente na área de extração de petróleo. Hoje estão presentes no Brasil algumas das maiores empresas chinesas do setor, como China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), China Petrochemical Corporation (Sinopec) e China National Petroleum Corporation (CNPC).
Em um segundo momento, a área de energia – especialmente geração, transmissão e distribuição de eletricidade – passou atrair a maior parte dos projetos, sobretudo com a entrada de gigantes como State Grid e China Three Gorges, que têm no Brasil seu principal mercado de atuação fora da China. Ao mesmo tempo, a indústria manufatureira ganhou espaço, com a entrada de empresas chinesas de diversos segmentos, como automotivo, eletroeletrônico e de máquinas e equipamentos, incluindo BYD, TCL, Gree, Midea, Sanxing Electric e Xuzhou Construction Machinery Group (XCMG).
Além disso, há investimentos consolidados no setor de mineração – com presença de iniciativas de grande enverga-dura da CMOC na área de nióbio e fosfatos – e no segmento agrícola, com aportes de empresas como COFCO e Long-Ping High-Tech, que vão desde a comercialização e fornecimento de produtos agrícolas até a fabricação de químicos para a agroindústria. No segmento de infraestrutura, além dos grandes projetos ligados ao setor de energia, destacam-se os aportes das estatais China Communications Construction Company (CCCC), detentora da Concremat Engenharia, e China Merchants Port, que desde 2018 tem em seu portfólio o Terminal de Contêineres de Paranaguá.
O crescimento do comércio bilateral e a entrada dos investimentos chineses no Brasil geraram um interesse crescente do setor bancário, que gradualmente passou atuar de forma direta no país. Na primeira década dos anos 2000, a presença de bancos chineses era ainda incipiente, contando basicamente com o Bank of China, que havia criado um escritório de representação em 1998 – pioneiro na presença dessas instituições na América do Sul. Anos depois, em 2009, estabeleceu-se como Banco da China Brasil S.A, o primeiro banco chinês a ingressar efetivamente em território nacional. A partir de 2012, outros bancos chineses começaram a operar no país, como o Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), o Bank of Communications (BOCOM) e o China Construction Bank (CCB).
Cabe destacar que pouco mais da metade dos projetos chineses no Brasil ingressou no país por meio de iniciativas greenfield, com o estabelecimento de novos negócios ou novas rodadas de investimentos em projetos iniciados em anos anteriores. Esse cenário trouxe – e continua trazendo – inúmeros benefícios para a economia brasileira, uma vez que cria redes de conectividade entre diversos setores na cadeia de valor, além de aquecer o mercado de trabalho. Ao mesmo tempo, muitas empresas chinesas também optaram por entrar no país apostando em fusões e aquisições, aproveitando vantagens pontuais, como a queda relativa dos preços dos ativos nacionais em consequência da desvalorização do real.
A trajetória dos investimentos chineses no Brasil mostra que as relações nessa área atingiram considerável grau de maturidade, com a rápida evolução – quantitativa e qualitativa – desses aportes, o que preparou bases sólidas para novas tendências que começam a emergir. Atualmente, os grandes projetos de investimento da China no exterior ainda são encontrados, mas têm sido menos frequentes, dando espaço para empreendimentos menores nas chamadas “novas infraestruturas”, com iniciativas em áreas que estão no centro dos planos de desenvolvimento da liderança chinesa, como energias renováveis, carros elétricos, Tecnologia da Informação, infraestrutura urbana e manufaturas de alto padrão.
É nesse cenário que novas oportunidades têm se revelado para o Brasil. Em anos recentes, houve um entusiasmo renovado de empresas chinesas de Tecnologia da Informação em aportar capital no país, incluindo participações em diversas rodadas de investimentos em startups nacionais, abrindo caminho para a expansão da atuação de big techs como DiDi, Tencent e Ant Financial.
Da mesma forma, áreas ligadas à transição energética têm despertado interesse das empresas chinesas, em linha com a meta da China de atingir a neutralidade de carbono até 2060 – ambição que, necessariamente, demandará ajuda de aliados em várias partes do globo. No Brasil, muito investimentos já começaram a despontar nesse contexto, particularmente no setor de carros elétricos. A entrada recente da GWM e da BYD no mercado nacional ilustra casos emblemáticos de uma nova fase dos investimentos chineses no país, em que a agenda da transição energética é um ponto central na estratégia dessas empresas. Somado a isso, é cada vez mais comum o ingresso de novos projetos em energias limpas, especialmente solar e eólica, havendo oportunidades latentes em áreas como hidrogênio verde, biocombustíveis para aviação e transporte marítimo, bem como extração e processamento de minerais críticos, como o lítio.
Os avanços dos investimentos chineses no Brasil são notáveis e muito já foi conquistado nesse cenário. Na esteira de uma agenda comum pautada pelo desenvolvimento sustentável e tecnológico, Brasil e China podem dar novos passos em direção a parcerias que fortaleçam não apenas as rela-ções bilaterais, mas também a posição de ambos no mundo. Com um olhar otimista para o futuro, os dois países estão bem posicionados para enfrentar os desafios e aproveitar as oportunidades emergentes, criando um caminho conjunto de prosperidade e inovação para as próximas décadas.