Columna sobre Medio Ambiente y Desarrollo. 1° de julio de 2022

Política exterior de China, multilateralismo emergente y “relaciones win-win”: El caso del puente Salvador-Itaparica en Brasil

Por Sérgio Braga 

Si bien las ramificaciones a largo plazo de la guerra en curso en Eurasia aún son inciertas, existe cierto consenso entre los analistas de que surgirá una nueva configuración internacional de la confrontación actual. Si un conflicto bélico no es generalizado, la diplomacia y las negociaciones para la consecución de la paz prevalecen sobre la fuerza bruta, o más probablemente el nuevo escenario internacional emergente se caracterice por un mayor multilateralismo, con el fortalecimiento de bloques geopolíticos alternativos, además de los tradicionalmente predominantes en el mundo occidental.

De materializarse este escenario, será compatible con viejos lineamientos de la política exterior china, desde los tiempos en que sus pilares fueron fijados por el primer ministro Zhou Enlai, especialmente desde los hechos de finales de los años sesenta que culminaron en la histórica visita de Nixon a China en febrero de 1972, uno de los eventos diplomáticos más importantes del siglo pasado, que celebró su 50 aniversario en febrero de este año

Es cierto que el mundo ha cambiado mucho desde aquel hecho histórico, pero China continua siguiendo en su política exterior, las pautas básicas cuyos pilares fueron formulados previamente por Zhou Enlai, como el respeto a la soberanía económica de los pueblos y su derecho a decidir autónomamente sobre sus destinos y su sistema político, sin imponer regímenes políticos por la fuerza contra la voluntad y las características culturales de estos pueblos, el predominio de las negociaciones pacíficas y diplomáticas sobre el uso de la fuerza militar para la solución de conflictos internacionales y, en materia de relaciones comerciales entre países, la defensa consecuente del multilateralismo con la construcción de bloques económicos diversos y soberanos, incluso en el tercer mundo, a través de la profundización de “relaciones win-win” en materia de comercio exterior. Como afirmó acertadamente el presidente Xi Jinping en su libro The Governance of China (Vol. 3, p. 1238): “(…) El progreso de la sociedad humana requiere un esfuerzo continuo de todos los países para una mayor apertura, cooperación y desarrollo en el que todos salgan ganando, y rechazar el aislamiento, confrontación y monopolio. En un mundo de globalización económica más profunda, la búsqueda de ‘la ley de la jungla’ y ‘el ganador se lo lleva todo’ no conduce a ninguna parte. El crecimiento inclusivo para todos es sin duda el camino correcto a seguir”.

La posibilidad de concretar este escenario futuro, con la continua expansión de la economía china en los próximos años y sus lineamientos de ganancias económicas mutuas y respeto a la soberanía de los pueblos, plantea una serie de desafíos para los países latinoamericanos. Dichos desafíos están orientados a optimizar las oportunidades que abre el surgimiento de nuevos bloques económicos y un escenario de creciente multilateralismo, sin necesariamente adherirse exclusiva y unilateralmente a ninguno de ellos, manteniendo buenas relaciones con varios países a nivel internacional que traen estímulos económicos a la región. En este sentido, los recientes acuerdos comerciales entre Argentina y China son muy prometedores y alentadores, sumándose el país sudamericano a la iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que abre el camino para una expansión de los BRICS, si estos acuerdos generan un nuevo ciclo de crecimiento económico sostenido y una mayor inclusión económica en el continente.

Si bien Brasil aún no ha avanzado tanto como Argentina en términos de acuerdos comerciales y políticos con China (aunque este ya es su mayor socio comercial), hay varias iniciativas importantes en marcha en el país que apuntan hacia un escenario prometedor para el desarrollo político, cultural y el intercambio comercial entre ambos países, a pesar de algunos pequeños incidentes ocurridos recientemente, que posiblemente sean superados en un futuro próximo. Deseo destacar, en particular, la construcción en curso del puente entre Salvador e Itaparica, dos de los principales centros económicos y turísticos del noreste brasileño, que actualmente es el mayor proyecto de infraestructura en curso en Brasil. Este caso es un excelente ejemplo de la realización de “relaciones win-win”, en la medida en que los dos socios de la relación se benefician en gran medida de las inversiones y obras previstas para comenzar próximamente.

Por un lado, ganan los brasileños, ya que se atienden demandas históricas de la población por mejorar la calidad de los servicios de viaje entre las dos localidades, un viejo cuello de botella en los flujos comerciales y turísticos de la región. Por otro lado, ganan los chinos, ya que dan visibilidad y expanden su negocio en infraestructura en América Latina, difundiendo un modelo más avanzado de gestión económica en todo el mundo, basado en ganancias mutuas entre los países, el desarrollo sostenible y el respeto por el medio ambiente, uniendo a Brasil con otros países que ya se benefician de inversiones en infraestructura que crearán externalidades positivas en sus respectivas economías, así como beneficios para las empresas y empresarios chinos.

Es evidente que un emprendimiento de esta magnitud puede ir en contra de intereses bien establecidos, especialmente de aquellos que se beneficiaron de la situación anterior de déficit crónico en inversión en infraestructura, obteniendo ganancias extraordinarias y desproporcionadas con medios de transporte precarios y arcaicos para la población. De ahí la necesidad de un esfuerzo constante y diario por parte de los socios involucrados en este proyecto, a fin de esclarecer a la opinión pública los impactos positivos de la obra en la región, que beneficiará en gran medida a la población local en su conjunto.

Finalmente, es posible sostener que la intensificación de los vínculos diplomáticos y comerciales entre Brasil y China en un futuro próximo, basados ​​en los principios de respeto mutuo a la soberanía y especificidades culturales de los pueblos y en «relaciones win-win», siguiendo los caminos abiertos por el primer ministro Zhou Enlai y profundizado por el presidente Xi Jinping, puede servir como un prometedor contrapunto a las perspectivas de futuro que ofrecen quienes, en el siglo XXI, desean restaurar la mentalidad arcaica de «guerra fría» y «choque de civilizaciones», llevando al mundo al cierre de una guerra entre superpotencias. Esta situación sólo beneficia a las grandes empresas del complejo tecnológico-militar y sus simpatizantes, a los políticos financiados por estas empresas, excluyendo de su lista de prioridades las demandas de la población trabajadora y de los empresarios locales.

Sérgio Braga es profesor del programa de posgrado en Ciencias Políticas de la Universidad Federal de Paraná-Brasil, becario de productividad en investigación CNPq nivel 2 y Doctor en Desarrollo Económico de la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP).


Coluna sobre Meio Ambiente e Desenvolvimento. 1º de julho de 2022

Política externa chinesa, o multilateralismo emergente e as “win-win relationships”: O caso da ponte Salvador-Itaparica no Brasil  

Por Sérgio Braga 

Embora ainda sejam incertos os desdobramentos de longo prazo do conflito bélico atualmente em curso na Eurásia, há certo consenso entre os analistas de que uma nova configuração internacional emergirá do atual confronto. Caso o conflito militar não se generalize e a diplomacia e as negociações para a obtenção da paz predominem sobre a força bruta, o mais provável é que o novo cenário internacional emergente se caracterize por um maior multilateralismo, com o fortalecimento de blocos geopolíticos alternativos, além daqueles tradicionalmente predominantes no mundo ocidental.

Caso esse cenário se concretize, ele se compatibiliza com antigas diretrizes da política externa chinesa, desde os tempos em que seus pilares foram fixados pelo premier Zhou Enlai, especialmente a partir dos acontecimentos do final dos anos 60 que culminaram na histórica visita de Nixon à China em fevereiro de 1972, um dos eventos diplomáticos mais importantes do século passado, que completou 50 anos em fevereiro deste ano.

É certo que o mundo mudou bastante desde aquele acontecimento histórico, mas a China continua a seguir em sua política externa, as diretrizes básicas cujos pilares foram anteriormente formulados por Zhou Enlai, tais como o respeito à soberania econômica dos povos e de seu direito de decidir autonomamente sobre seus destinos e seu sistema político, sem a imposição de regimes políticos pela força à revelia da vontade e das características culturais destes povos, o predomínio das negociações pacíficas e diplomáticas sobre o emprego da força militar para a solução de conflitos internacionais e, no plano das relações comerciais entre os países, a defesa consistente do multilateralismo com a construção de blocos econômicos diversos e soberanos, inclusive no terceiro mundo, através do aprofundamento das “relações comerciais de ganho mútuo” (win-win relationships) no plano do comércio exterior. Como bem afirmou o presidente Xi Jinping em seu livro The Governance of China (Vol. 3, p. 1238): “(…) The progress of human society requires a continued effort from all countries to further opening up, cooperation and win-win development, and reject isolation, confrontation and monopoly. In a world of deeper economic globalization, the pursuit of ´the law of the jungle´ and ´winner-takes-all´ leads nowhere. Inclusive growth for all is surely the right way forward”.

A possibilidade de realização desse cenário futuro, com a continuidade da expansão da economia chinesa nos próximos anos e de suas diretrizes de ganhos econômicos mútuos e respeito à soberania dos povos se difundindo pelo globo, coloca uma série de desafios para os países de América Latina. Tais desafios vão no sentido de otimizar as oportunidades abertas pela emergência de novos blocos econômicos e de um cenário de crescente multilateralismo, sem necessariamente aderir de maneira exclusiva e unilateral a nenhum deles, mantendo boas relações com vários países do globo que tragam estímulos econômicos à região. A este respeito, são bastante promissores e alvissareiros os recentes acordos comerciais entre a Argentina e a China, com o país sul-americano integrando-se à iniciativa da Nova Rota da Seda, o que abre o espaço para uma expansão dos BRICS, caso estes acordos gerem um novo ciclo de crescimento econômico sustentado e maior inclusão econômica no continente.

Embora o Brasil ainda não tenha avançado tanto como a Argentina no plano específico dos acordo comerciais e políticos com a China (embora esta já seja seu maior parceiro comercial), há várias iniciativas importantes em andamento no país que apontam na direção de um cenário promissor para o intercâmbio político, cultural e comercial entre ambos os países, não obstante alguns pequenos incidentes ocorridos recentemente, a serem possivelmente superados num futuro próximo. Destaco aqui, especialmente, a construção em andamento da ponte entre Salvador e Itaparica, dois dos principais pólos econômicos e turísticos do nordeste brasileiro, que atualmente é o maior emprendimento em infraestrutura em execução no Brasil. Esse caso é um excelente exemplo de concretização das “win-win relationships”, na medida em que os dois parceiros da relação são amplamente beneficiados com os investimentos e obras previstos para serem iniciados em breve. Por um lado, ganham os brasileiros, na medida em que são atendidas demandas históricas da população por melhoria na qualidade dos serviços de deslocamento entre as duas localidades, um antigo ponto de estrangulamento nos fluxos comerciais e turísticos da região. De outro lado, ganham os chineses, na medida em que dão visibilidade e ampliam seus negócios em infraestrutura na América Latina, difundindo um modelo mais avançado de gestão econômica pelo globo baseado nos ganhos mútuos entre países, no desenvolvimento sustentável e respeito ao meio-ambiente, juntando o Brasil a outros países que já se beneficiam de investimentos em infraestrutura que criarão externalidades positivas em suas respetivas economias, além de benefícios para as empresas e os empreendedores chineses.

É evidente que um empreendimento desse vulto possa contrariar interesses bem estabelecidos, especialmente daqueles que se beneficiavam da situação anterior de déficits crônicos de investimento em infraestrutura, auferindo lucros extraordinários e desproporcionais de formas precárias e arcaicas de transporte da população. Daí a necessidade de esforços constantes e cotidianos dos parceiros envolvidos nesse empreendimento, no sentido de esclarecer para a opinião pública os impactos positivos da obra na região, que beneficiarão amplamente o conjunto da população local.

Por fim, podemos afirmar que a intensificação dos laços diplomáticos e comerciais com a China num futuro próximo previsível, baseado nos princípios do respeito mútuo à soberania e às especificidades culturais dos povos e nas “win-win relationships”, seguindo os caminhos abertos pelo premier Zhou Enlai e aprofundados pelo presidente Xi Jinping, pode servir como um promissor contraponto às perspectivas de futuro ofertadas por aqueles que, em pleno século XXI, desejam restaurar a arcaica mentalidade de “guerra fria” e do “choque entre civilizações”, conduzindo o mundo para uma situação próxima a um conflito bélico entre superpotências. Situação esta que só beneficia as grandes empresas do complexo tecnológico-militar e seus apoiadores, ou aqueles políticos financiados por tais empresas, excluindo as demandas da população trabalhadora e empreendedores locais de sua lista de prioridades.

Sérgio Braga é professor do programa de pós-graduação em Ciência Política da Universidade Federal do Paraná-Brasil, bolsista em produtividade pesquisa em nível 2 do CNPq, e doutor em desenvolvimento econômico pela Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP).