Columna sobre Género, 15 de julio de 2018

Migración de mujeres chinas a México: nuevos agentes de vinculación y comercio popular

Por Ximena Alba Villalever

La migración de China a México no es un fenómeno nuevo, lleva más de siglo y medio de historia. Sin embargo, en los últimos veinte años, el tipo de población china que llega a México, su organización y su forma de inserción en las actividades económicas del país, se han transformado por completo. Uno de los cambios más importantes de las últimas décadas fue el incremento en la migración de mujeres, quienes a inicios de la década pasada llegaron por primera vez a tener una proporción cercana a la de los varones migrantes. Además, muchas mujeres chinas, ya sea que viajen solas o con sus familias, han optado en los últimos quince años por adentrarse a las dinámicas locales mexicanas, a partir de un tipo de actividad económica muy específica: el comercio popular.

Los mercados populares mexicanos tienen una población trabajadora femenina importante. Éstos son espacios que pueden ofrecer más flexibilidad de horarios y obligaciones, por ejemplo, permitiendo a madres solteras trabajar y cuidar de sus hijos a la vez. Al igual que para las mujeres mexicanas, para las mujeres chinas con bajos recursos que han migrado a México la economía popular mexicana también ha representado en la última década una de las actividades más significativas. En su incorporación a los mercados de las calles de la Ciudad de México, encontraron mayores oportunidades económicas que las que tuvieron en China.

La presencia china en los mercados populares mexicanos, tanto de personas como de productos, empezó a ganar importancia tras la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 1994 que puso un alto al flujo de fayuca. Ésta era adquirida en Estados Unidos y transportada a México con un porcentaje variable de evasión de impuestos para hacer sus precios más accesibles, y cuando dejó de ser redituable se buscó un sustituto para proveer estos mercados populares. La llegada de productos y de personas originarias de China fue paralela; ambos flujos se han ido acompañando y retroalimentando desde finales de los años 90, aunque fue a finales de la primera década del siglo XXI que su presencia empezó a tener impactos más fuertes en estos mercados en México. La mercancía china que suplantó a la fayuca de Estados Unidos ocupa hoy en día un lugar importante en los mercados populares mexicanos. La participación de migrantes de China en la importación de mercancías a países como México (aunque vemos casos similares en otros países latinoamericanos e incluso africanos) ha sido un importante factor de crecimiento de esta circulación mercantil.

Por otro lado, la creciente migración de mujeres chinas ha sido un resultado de las reformas políticas y económicas de la República Popular China instauradas en 1979, y los cambios en los niveles económico, político y social también han transformado el panorama laboral desde entonces. El aumento en los precios de vida en China incrementó significativamente la necesidad de incorporación de las mujeres a la educación y al empleo asalariado. Pero paradójicamente, la escuela y el trabajo siguen siendo regidos por marcos de diferenciación social que ubican a las mujeres en condiciones de desigualdad. A pesar de que han habido importantes esfuerzos para abrir el mercado laboral para las mujeres en China, las opciones que tienen aún son escasas, al igual que sus salarios y su acceso a una formación que les sirva para emplearse en mejores condiciones. Esto ha llevado a un gran número de mujeres a buscar mejores oportunidades fuera de China. Además, los empleos a los cuales tienen acceso las mujeres no les ofrecen el ingreso suficiente para completar los gastos del hogar con sus niveles de educación. Las condiciones de las mujeres en China dependen de muchos factores que pueden o no afectarlas de manera particular, por ejemplo, si provienen del campo o de la ciudad, de sus orígenes étnicos o de sus capitales, sin embargo todas se enfrentan a una desigualdad de empleo y de salario frente a los varones, y éste ha sido un punto fundamental por el cual han decidido salir de China.

Al enfrentarse a un mercado laboral marginal en China, migrar a México ha representado para muchas mujeres una forma de empoderamiento económico. El tipo de trabajo que desarrollan en México, además, representa con frecuencia una forma de libertad al permitirle a las mujeres el convertirse en dueñas de sus propias micro-empresas de importación o de venta, muchas veces convirtiéndose ellas mismas en empleadoras en lugar de ser empleadas, teniendo un mayor control de sus propios tiempos y de sus obligaciones. Se han incorporado a las redes de la economía popular, que son en sí el resultado de un empoderamiento económico de las poblaciones mexicanas que se encuentran también marginadas de otros mercados económicos hegemónicos. En este sentido se han vuelto partícipes indispensables de estrategias económicas alternativas y de la construcción de una vinculación no-hegemónica entre China y México. Por un lado, participan activamente en las dinámicas locales de los mercados a través de sus interacciones comerciales con los y las vendedoras mexicanas; por otro, mantienen lazos muy activos y cercanos con su terruño, y mantienen vivas sus relaciones personales con sus familias que se encuentran en China. A través de sus actividades, estas migrantes han logrado establecer puentes y lazos importantes con agentes locales y circuitos económicos que se entrelazan entre las dinámicas globales y las de los espacios locales, y estos puentes son cada vez más importantes.

Ximena Alba Villalever es Doctora en Antropología de la Universidad Libre de Berlín y post-doctorante en el proyecto Entre Espacios de la misma Universidad. Es especialista en procesos migratorios desde China hacia América y Europa.