Columna sobre Género. 1° de octubre de 2021

El poder femenino en China como tendencia subyacente: ¡vale la pena esperarlo!

Por Lina Song

El movimiento “Me Too”, que se originó en los Estados Unidos en 2017, comenzó en China continental en 2018 e involucró gradualmente a las áreas académica, al círculo de bienestar público y a la industria de los medios de comunicación. Luego el movimiento «Sister Is Coming» (la versión “Me Too” en Corea del Sur) también apareció en China. Ambos movimientos, «Sister Is Coming» y “Me Too” han despertado a la opinión pública china con respecto a la agresión sexual y al acoso sexual. Muchas mujeres chinas comenzaron a compartir sus experiencias y temores por medio de internet. Innumerables mujeres anónimas solidarizaron con las victimas y les consolaban en el área de comentarios. Gracias a la difusión de esta problemática en redes sociales, la opinión pública ha cambiado gradualmente desde la condena a las mujeres víctimas bajo el sistema patriarcal tradicional a los hombres infractores, permitiendo que estos últimos, quienes consideraban que «las mujeres no se atrevían a hablar» y sus delitos podían quedar impunes, comenzar a pagar un costo social cada vez más alto.

Los estamentos gubernamentales también se han sumado a esta tendencia, liderando la opinión pública, apoyando a las mujeres víctimas y condenando a los agresores. Este es el impacto positivo que el movimiento “Me Too” ha traído a la promoción de los derechos femeninos en China. Aunque el feminismo sigue siendo un término controvertido en el país, y muchas mujeres no quieren ser etiquetadas como feministas porque no esperan que el público las considere “extremistas”.

A diferencia de la sociedad occidental, donde las mujeres pueden promover y luchar por sus derechos directamente a través de las manifestaciones y marchas colectivas, el desarrollo del poder femenino en China es imperceptible y subyacente. Este modelo está determinado por sus características sociales y culturales. Primero, el poder patriarcal tradicional aún no permite que otra fuerza desafíe su autoridad. Segundo, la Doctrina de la Medianía en China les enseñaba a resolver conflictos de una manera pacífica. Tercero, el desequilibrio en la proporción de altos directivos masculinos y femeninos en las agencias gubernamentales y empresas, determina que es difícil desarrollar el poder femenino de arriba hacia abajo a gran escala en China.

Según los datos, en el «Congreso Nacional», la máxima autoridad estatal de China, la proporción de mujeres representantes es sólo del 24%, menos de un cuarto. Solo 2 de los 25 miembros del Politburó son mujeres: 8%. Una reciente investigación de McKinsey muestra que el porcentaje de participación en la fuerza laboral de las mujeres chinas lidera el mundo, y la proporción de hombres y mujeres en puestos de nivel básico está básicamente dividida de manera uniforme. Sin embargo, en el proceso de promoción en los niveles de dirección, las mujeres han disminuido drásticamente: con un 22% de mandos intermedios, un 11% de altos directivos y un 10% de la Junta Directiva. Las mujeres CEO son aún más escasas, representando solo el 2%. ¿Por qué el desarrollo del poder femenino en China muestra un proceso diferente?, una de las razones es que en general, son las mujeres comunes y corrientes las que rompen las barreras de adentro hacia fuera, por sí mismas antes los golpes reales de la vida, y luego van conformando un poder grupal.

Adicionalmente, las leyes de China no han ido a la par con el avance de las mujeres en la sociedad y no han formado un escudo protector para ellas en algún sentido. Por ejemplo, en la protección de los derechos de las mujeres durante el divorcio, especialmente los intereses de las mujeres dueñas de casa. A diferencia del pasado, en la actualidad más mujeres consideran que un trabajo remunerado les puede traer mayor sensación de seguridad que el matrimonio. En paralelo en el lugar de trabajo, las oportunidades de promoción a las mujeres que dan a luz, continúan perdiéndose. Algunas empresas incluso discriminan a las mujeres en edad fértil de manera directa. Como consecuencia, cada vez más mujeres no quieren casarse ni tener hijos, porque ni las leyes vigentes, ni el entorno social les proporcionan suficiente protección, permitiéndoles disfrutar con tranquilidad de la decisión del parto y la crianza de los hijos.

Debido a que gran parte de las mujeres deben confrontarse al golpe de la realidad familiar y social, sumado a la influencia externa, el poder femenino grupal está despertando paulatinamente. Este impulso naciente, esta ayudando a millones de mujeres chinas a reflexionar con respecto a sus realidades, liberándolas de limitaciones mentales e inspirándolas a tomar decisiones de vida con calma y sin culpa. Ya sea trabajando fuera de la casa o cuidando de la familia, decidiendo casarse o ser soltera, DINK (acrónimo de «double income, no kids yet», es decir una pareja que tiene carreras o doble ingreso y no tiene hijos todavía) o dar a luz, o tener solo uno o más hijos; en definitiva las mujeres deben tener derechos directos a estas opciones, en lugar de ser condicionadas por la sociedad, familia o algunos “estándares morales tradicionales”. Solo cuando las mujeres chinas se liberen de estándares patriarcales ideológicos o morales, podrán tomar decisiones más adecuadas para sí mismas y su vida podrá ser más plena. Sin duda, el desarrollo del poder femenino promoverá el ajuste gradual de toda la estructura social, lo que llevará tiempo a largo plazo, especialmente en China, que tiene una gran base de población, pero vale la pena esperar este cambio.

Lina Song es fundadora de Linacuza Intercultural SpA, Licenciada en Letras de la Universidad de Estudios Internacionales de Xi’an en China y Magíster en Gestión Estratégica de Personas y Comportamiento Organizacional de la Pontificia Universidad Católica de Chile.