Columna sobre Política y Relaciones Internacionales, 1° de marzo de 2018

China y América Latina: tiempo de cambios

Por Pamela Aróstica

Las relaciones entre China y América Latina se encuentran en un momento clave. Así lo demostro la Segunda Reunión entre los Ministros de Relaciones Exteriores del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China, que tuvo lugar en Santiago de Chile el 21-22 de enero 2018. Frente a un segundo plan de acción conjunto (2019-2021): ¿Cómo se proyectan las relaciones entre China y América Latina y cómo será la próxima etapa?, en base a las palabras del Canciller Wang Yi durante la inauguración del Foro, sostiene que en la siguiente etapa “…China está dispuesta a trabajar junto con la región a la luz del objetivo acordado por el Presidente Xi Jinping y los mandatarios de la región de establecer una asociación de cooperación integral de igualdad, beneficio mutuo y desarrollo común“, tomando en consideración cinco grandes dimensiones, que comento a continuación:

  • Potenciar una mayor conexión terrestre y marítima entre China y América Latina. Esto implica la construcción de nuevas infraestructuras de transporte, energía, así como la construcción de corredores claves como el Ferrocarril y el Túnel Bioceánicos, abriendo más rutas marítimas y vuelos directos para interconectar de mejor manera a China y la región.
  • Incubar un gran mercado abierto y mutuamente beneficioso. Con este enunciado, China ofrece facilitar el comercio e inversión con América Latina y el Caribe, a fin de generar un gran mercado común de 2 mil millones de personas.
  • Forjar una gran industria independiente y avanzada. Bajo el supuesto de que el principal cuello de botella para alcanzar un mayor nivel de autonomía económica en la región, radica en la promoción de industrias competitivas, por tanto China se propone como un socio estratégico en este campo, ofreciendo las condiciones y capacidades de proporcionar equipos, tecnologías, capitales y capacitaciones que la región necesita.
  • Tomar la oportunidad del desarrollo propulsado por la innovación. A manera de invitación, China espera acoplar con la región su plan de acción y de cooperación en ciencia, tecnología e innovación de la Franja y la Ruta. Uno de los principales hitos de este esfuerzo radicaría en construir la Ruta de la Seda online y digital China-América Latina y el Caribe.
  • Promover el intercambio sobre la base de la igualdad y la confianza mutua. Considerando las condiciones de la región, China está dispuesta a fortalecer y ampliar el intercambio de experiencias entre partidos políticos, prensa, think tanks, y más centros culturales. Éste no es un tema menor, dado que China está apostando a la futura generación de líderes latinoamericanos, por medio de becas para estudiar en China, la enseñanza del mandarín en los colegios, y el aumento exponencial de los institutos Confucio en la región.

Estas cinco dimensiones se enmarcan dentro del macro-plan de China de la Franja y la Ruta, extendiendo una clara invitación para que la región forme parte de ella. Además, la propuesta de China incluye el trabajo operativo en torno a planes de trabajo (un concepto más chino, que latinoamericano), y que dio lugar al “Plan de Acción Conjunta de Cooperación en Áreas Prioritarias entre los Estados miembros de la CELAC y China” (2019-2021). Este plan lleva la cooperación China-CELAC un paso más adelante en comparación con el primer Plan de Acción (2015-2019) aprobado en la Primera Reunión Ministerial de Beijing, dado que define 8 ejes de trabajo con proyección sectorial:  1. Política y seguridad, 2. Infraestructura y transporte, 3. Comercio, inversión y finanzas, 4. Agricultura; 5. Industria, ciencia y tecnología, 6. Cooperación en materia ambiental, 7. Intercambio cultural, y 8. Cooperación en otras áreas.

Más allá de esta nueva dinámica de trabajo conjunto, uno de los puntos más destacados desde mi perspectiva, es el enunciado que China hace en relación a apoyar “…la consumación a la brevedad de un sistema industrial independiente y plural en América Latina y el Caribe“. Ello se puede analizar desde distintos planos:  a) en el plano de la profundización de las relaciones económicas, comerciales y de inversión entre China y la región, b) en el plano del paulatino alejamiento de América Latina del ámbito de influencia de los actores tradicionales en la región y el refuerzo de su proximidad con China; c) en el plano geoestratégico, a través del cual China envía un mensaje indirecto sobre su renovado posicionamiento en la región a los actores tradicionales (Estados Unidos + Unión Europea) de quienes históricamente América Latina ha dependido en el sector industrial, y d) en el plano de que China se propone acelerar la cooperación en capacidad productiva, a nivel logístico, eléctrico e informático, ampliando los canales de financiamiento y explorando el establecimiento de consorcios de instituciones financieras de desarrollo China-América Latina. Lo que finalmente está en juego, es el objetivo estratégico que China define como autonomía industrial de América Latina. Aquí yace, sin duda, un mensaje de trascendental importancia para una región carente de una perspectiva concertada y de larga duración frente a China. Responder a esta nueva fase de relaciones con China implicará un esfuerzo mancomunado entre el sector público, privado y el conjunto de sociedades latinoamericanas: una tarea desafiante de cara a la III Reunión Ministerial CELAC-China en Beijing el 2021.

Pamela Aróstica es Directora de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM).